Espacios. Espacios. Vol. 30 (1) 2009. Pág. 19

Responsabilidad Social Empresarial y Tecnología

Enterprise social responsibility and Technology

Renato Dagnino*

Recibido: 09-07-08 - Aprobado: 16-11-08


“We are in the midst of a silent revolution, a triumph of the creative and entrepreneurial spirit of humankind throughout the world. I believed that its impact on the 21st century will equal or exceed that of the Industrial Revolution in the 19th and 20th”.

Jeffry A. Timmons The Entrepreneurial Mind, 1989

Contenido


RESUMEN:
El objetivo de este trabajo, que fue preparado a partir de la desgravación de una conferencia, es mostrar la relación que existe entre la Responsabilidad Social Empresarial (RSE) y la tecnología. Para abordarla comienzo precisando el concepto de RSE que adoptaré e indicando los objetivos que ella pretende lograr. En seguida y siguiendo un procedimiento semejante, empiezo un intento de reducir la polisemia que existe en torno del concepto de tecnología. Después, voy a criticar lo que me parecen expectativas vanas al respecto de la posibilidad de alcanzar aquellos objetivos mediante el uso de lo que denomino Tecnología Convencional. Finalmente, y después de revisar las cuatro principales formas de entender la tecnología, muestro como una de ellas, la que he denominado en otros trabajos de Adecuación Sociotécnica, tendría que ser explorada por los interesados en promover la inclusión social a través de la RSE.
Palabras clave:

ABSTRACT:
The objective of this work, that was preparated from the lowering of duties of a lecture, is to show the relation that exists between Responsabilidad Enterprise Social (RSE) and the technology. In order to approach it beginning needing the RSE concept that I will adopt and indicating the objectives that she tries to obtain. Immediately and following a similar procedure, I begin an attempt to reduce the polysemy that exists about the technology concept.
Key words:

¿Qué no es y que es Responsabilidad Social Empresarial?

Empezaré, para “limpiar el área” como dice la jerga futbolística brasileña, con mi opinión sobre qué no es y que es Responsabilidad Social Empresarial (RSE). Y aprovecho para decir que mis referencias al tema de la RSE van a estar siempre enfocadas al plano nacional; no voy a hablar de la relación entre países desarrollados con los países periféricos (subdesarrollados) o latinoamericanos.

Definamos entonces qué no es RSE. No es hacer filantropía; no es actuar dentro de la ley en cuanto a la cantidad y calidad de los productos, ni observar la legislación laboral, ambiental, impositiva o pagar impuestos; porque esas son obligaciones y no RSE. Tampoco es respetar la ley de modo interesado, buscando aumentar ganancias y explotando el consumo.

Entonces, ¿qué es la RSE?

Primero, evitar impactos sociales, ambientales y económicos que sean negativos, específicos y localizados, aún cuando no han sido previstos, sancionados o prohibidos por la ley general.

Segundo, RSE es elevar el nivel de vida de la comunidad directamente afectada por la actividad empresarial. Pero de un modo desinteresado, sin pretensiones de obtener el apoyo a la aceptación de las actividades que generan ganancias.

Tercero, actuar con el Estado para enfrentar emergencias sociales o ambientales no específicas, o localizadas de modo desinteresado, aunque no sean efectos negativos causados directamente por la actividad empresarial. ¿Por qué actuar con el Estado? Porque, mal o bien, su función es identificar dónde están los problemas y cuál sería la mejor manera de solucionarlos.

Pero también es posible interactuar con los movimientos sociales para enfrentar los problemas de modo desinteresado, porque de otra forma, no es RSE. ¿Y por qué con los movimientos sociales? Porque aunque en menor medida que el Estado, ellos también son capaces de identificar y jerarquizar los problemas sociales y ambientales mucho mejor que nosotros -los ciudadanos comunes- y que las empresas individuales; esos actores no tienen capacidad para la identificación, ni mucho menos con la solución, de problemas sociales o ambientales.

En ese sentido, la alianza de las empresas con el Estado y con los movimientos sociales sería importante para orientar las actividades de RSE. Finalmente, es necesario actuar con las organizaciones no gubernamentales para enfrentar problemas sociales o ambientales también de modo desinteresado.

¿Responsabilidad Social Empresarial: unicidad o polisemia?

Además de lo que acabo de señalar, me parece que hay una polisemia en la literatura referente al tema de la RSE.

Sin embargo, es posible identificar tres visiones o sentidos acerca RSE. La primera visión es apologética o de elogio, acepta la máxima capitalista de que las empresas al generar ganancias, producen beneficios directos a los trabajadores y a la comunidad en la cual actúan. Esta perspectiva, también señala que cuando las empresas compiten entre ellas, producen beneficios indirectos para la sociedad en la medida en que esa competencia “interempresarial” genera menores costos, mejor calidad, etcétera. Ese sería más o menos el esquema: la empresa innova recibiendo conocimiento, reorganizándolo y entregándolo a la sociedad. En esa visión no hay posibilidad de otro agente social distinto a la empresa para producir ese tránsito de conocimiento de la sociedad para la sociedad. De hecho, la empresa innovadora recibe conocimiento, mano de obra calificada, subsidios gubernamentales, y ofrece productos de precio bajo y calidad alta. Además, ofrece salarios crecientes para generar competitividad sistémica en el país y, de esta forma, retribuir a la sociedad mediante el mercado y el gobierno. Así se expone una realimentación, un lazo de feedback positivo.

Por supuesto, bien se sabe que muchas veces no ocurre así. Se ha hablado de empresarios que no pagan impuestos, que no ofrecen salarios crecientes y que no producen con calidad aceptable.

Sin embargo, como se sabe, hay fallas de mercado y de Estado que hacen que la labor empresarial, y factores externos a la empresa aunque relacionados con ella, causen problemas sociales y ambientales.

La visión apologética va más allá, y dice que como el Estado cada vez tiene menor capacidad para resolver ese tipo de problemas. Y la empresa debe hacerse responsable de los eventuales daños que causa y, más que eso, debe ayudar directamente a la sociedad a resolverlos. Esa es básicamente la visión de elogio al concepto de RSE. Por lo que dicho antes sobre qué no es y que es RSE, queda claro que no estoy de acuerdo con ella.

La visión crítica señala que la RSE oscurece el hecho de que los problemas que ella dice buscar resolver son inherentes al modo de producción capitalista del cual la empresa es el elemento central. Y, además, que ella evita el cuestionamiento al capitalismo y a la relación social de producción que él implica. Esto es, la relación que se establece entre propietarios de los medios de producción y vendedores de fuerza de trabajo. Esa relación de antagonismo entre clases sociales con intereses y valores distintos tiende a generar exclusión social.

Además, apunta a que la RSE causa una serie de efectos negativos entre los cuales está la degradación ambiental. Esa crítica considera, también, que la RSE viene a legitimar la hegemonía del mercado y potencializar el proceso de desmonte del Estado.

No voy a comentar la visión crítica ni la apologética por una sencilla razón: yo encajo en una tercera visión, la pragmática. Ella acepta las acusaciones de la visión crítica, pero al reconocer que las empresas son las principales beneficiarias del sistema vigente y que concentran el poder económico y político en nuestra sociedad, hay que aceptar, con resignación, que ellas no pueden estar afuera del debate político y social. Y que deben ser presionadas por sus propios funcionarios, por el Estado y por los movimientos sociales para obrar de acuerdo a lo que inicialmente señalé como RSE.

El hecho que las élites políticas e intelectuales definan la RSE como un tema de la agenda pública y gubernamental, y que se dispongan a debatirla de forma seria, sin cinismos y procacidades, me parece una demostración de pragmatismo y responsabilidad. Es en ese debate que la sociedad podrá definir patrones de comportamiento empresarial para aminorar los problemas sociales y ambientales, y para permitir que se aumenten los beneficios en las empresas que se ajustan a ellos.

La responsabilidad social es un juego político, y en todo juego hay premios y castigos. No se trata tan sólo de conferir premios a las empresas que actúan de forma responsable. El debate tiene el propósito de definir patrones de comportamiento que se cumplan por el Gobierno y sean controlables por la sociedad.

¿Qué tiene que ver Responsabilidad Social Empresarial con Tecnología?

En el primer punto, intenté sintetizar qué no es y qué es RSE. En el segundo, presenté las visiones apologética, crítica y pragmática sobre el tema. Creo que, ahora, estamos en condiciones de “entrar en materia” y abordar la cuestión de la relación entre RSE y desarrollo tecnológico. Este es el objetivo de este tercer punto.

Empiezo por plantear la pregunta que hice al principio: ¿cuál es la relación entre la RSE y el desarrollo tecnológico?, ¿cuál es la relación entre la tecnología, la exclusión y la inclusión social?

Cuando se habla de RSE, se está refiriendo, en gran medida, al objetivo de la inclusión social. Gran parte de las acciones de RSE se orientan a promover la inclusión social. Pero la gran mayoría de los que se preocupan con ella tiene un “corazón rojo”. Quieren la inclusión social, un país más justo, más equitativo y ambientalmente sustentable, tienen “corazones rojos”. Esos son los interlocutores que ando buscando. Los colegas que tienen “corazones grises” me merecen respeto. Pero de ellos, lo que quiero es distancia...

Figura 1

Los “corazones rojos” entienden que lo que hacen es importante para el futuro. Y que para el futuro ser mejor que el presente son necesarios cambios económicos y sociales. Y esos colegas saben que el slogan de la derecha, “crecer para distribuir”, fue políticamente inviabilizado por el de “distribuir para crecer”.

Los economistas de derecha solían decir a menudo que hay primero que concentrar y generar riqueza, para después distribuir. Primero, hacer crecer la torta, para después repartirla. Y así siguió siendo dicho y hecho durante mucho tiempo. Aún cuando los economistas latinoamericanos de izquierda decían que el problema del capitalismo periférico es un problema de falta de mercado; nosotros no tenemos exceso de demanda, nosotros lo que tenemos es insuficiencia de demanda, y por lo tanto hay que distribuir el ingreso y la propiedad para poder crecer.

La idea de que el crecimiento es una consecuencia de la distribución del ingreso ganó la pelea en el terreno político. Hoy poca gente sigue defendiendo la idea de hacer crecer la torta para después distribuirla, y cada vez más los gobiernos y los economistas están de acuerdo con la idea de “distribuir para crecer”.

Pero el problema es que la cadena “consumo-producción-empleo”, la cadena que esta en la base de la visión Keynesiana, ya no funciona más. Antes era posible hacer una fila con todos los excluidos, y yo, como Estado, dar al primero de la fila un bono para que gastara en algún lugar. Él iría a la bodega a comprar comida, y el tipo de la bodega encomendaría más comida; y así, en alguna punta de esa cadena, se generaría empleo. Ello generaría un efecto positivo, de manera tal que la inclusión social, si bien no estaría garantizada, por lo menos estaría viabilizada.

El problema es que estamos en una economía que crece sin generar empleo. Una economía que se “moderniza” (no sé si lo que estamos viviendo es un proceso de modernización o de barbarización) y que crece sin generar empleo. La tecnología que utilizamos es cada vez menos generadora de empleo, y eso no es solamente en nuestros países. En todo el mundo, el capitalismo enfrenta una crisis muy complicada de desempleo, subempleo y subconsumo.

El aumento de la brecha económica en Europa y en Estados Unidos es algo muy preocupante, y esa brecha tiene que ver con la insuficiencia del mercado para generar los patrones de distribución del ingreso que lo vigorizaron durante varias décadas. Por supuesto que esa situación, que tiene una fuerte determinación tecnológica, fue exacerbada por el abandono del Estado de bienestar, responsable por generar a contrapelo y con el despilfarro socioeconómico intrínseco al capitalismo, una cierta igualdad de oportunidades, que permitiera que la clase trabajadora pudiera mantenerse en condiciones de ser empleada, y tuviera cierta familiaridad con la tecnología existente y con la capacitación formal que ella exigía.

Hoy, la demanda de calificación formal que exige la tecnología más nueva es muy difícil de ser atendida por la clase trabajadora. Pero, adicionalmente, lo que yo observo en Brasil es que la señora que servía café hace 15 años en la universidad era analfabeta, pero tenía seguridad social. La sobrina de esa señora, tiene la secundaria completa y hoy sirve café. Ella gana un tercio de lo que ganaba su tía, no tiene seguridad en el empleo, no tiene asistencia médica, no tiene nada de lo que su tía tenía pero tiene la secundaria completa. Hay una precarización muy clara de las condiciones de trabajo, y todo eso se ve agravado por el desempleo tecnológico.

Volviendo al tema: la mayor parte de los que tienen el corazón rojo, no perciben que la inclusión social demanda una revolución en la ciencia y la tecnología, y por eso digo, provocadoramente, que tienen la mente gris. Pero, para cambiar esa situación es indispensable entender cómo se genera la exclusión social.

No tengo miedo de parecer radical en afirmar que creo que una de las causas principales de la exclusión social (y también de los problemas ambientales que enfrentamos) es la tecnología que utilizamos.

Llevo 30 años trabajando con ella y la considero, al mismo tiempo, una amenaza y una oportunidad. Es una amenaza porque mantener en uso la Tecnología Convencional, la que se ha implementado hasta el momento, no va a generar inclusión social, sino que seguirá siendo causa de exclusión. Pero en un sentido contrario, la tecnología es una oportunidad porque si se logra generar una tecnología distinta de la convencional (que voy a llamar por oposición, pero con el cariz de algo a construir, Tecnología Social), ella va a funcionar como una palanca muy potente para promover la inclusión social.

¿Pero cómo se relaciona la tecnología con la exclusión y la inclusión social?

Antes de contestar, una aclaración. Estoy seguro que quienes están involucrados en la RSE tienen un corazón rojo, pues desean la inclusión social. Por eso creo que todos los que me han leído hasta aquí tienen un corazón rojo. Los corazones grises a lo mejor no se hacen visibles, entonces prefiero acudir a quienes si desean una sociedad más justa, más equitativa y más sustentable.

Mi intención es mostrar la importancia del conocimiento. Mostrar que el progreso social solo se puede hacer con corazones y mentes. Y que lamentablemente aún muchas de las personas que tienen un corazón rojo, y quieren la inclusión social, no logran impulsarla porque intentan hacerlo con el conocimiento “almacenado” en su mente gris, que es inadecuado para esa finalidad.

¿No existiría entonces una incoherencia en el comportamiento de aquellos que adoptando la perspectiva de la RSE planteen que las empresas, que utilizan una tecnología que reproduce la exclusión, puedan lograr la inclusión social que desean? Esa inquietud la dejo en suspenso para que después de lo que voy a discutir el lector pueda decidirse sobre ella.

Pero suponiendo que sea así ¿qué tipo de desarrollo tecnológico es compatible con la responsabilidad social? ¿y con aquello que hemos dicho sobre lo que es y no es RSE?

Esa pregunta trae una idea importante. Ella asume de manera implícita que hay varios tipos de desarrollo tecnológico. Para los ingenieros que han aprendido que la tecnología es la eficiencia materializada, es complicado aceptar que existen varios desarrollos tecnológicos. Y más todavía entender como es posible generar alguno que contraríe el marco analítico conceptual que le han enseñado: los conceptos, variables, algoritmos etc que componen su “hoja de cálculo”.

Para un científico, es aún más difícil asumir la idea de que hay diferentes ciencias posibles. Él ha sido entrenado en un ambiente que todavía, a pesar de lo que dicen los sociólogos de la ciencia hace treinta años, mitifica la ciencia como siendo un conocimiento especial, verdadero, “bueno” en si mismo, etc, y no el resultado provisorio de una negociación en la cual participan científicos, los gobiernos, los militares, la iglesia, la media…

En seguida voy a retomar este tema para mostrar que hay varias maneras de entender la tecnología y la ciencia.

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Universidad de Campinas, Brasil. Email=rdagnino@ige.unicamo.br

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