Renato Dagnino y Hernán Thomas
Los análisis sobre fenómenos de transducción desarrollados hasta aquí siguieron una trayectoria particular: a) partiendo de los cuestionamientos a las transferencias acríticas de modelos institucionales de PLACTS, la profundización de la crítica nos llevó a problematizar la aplicación local de conceptos básicos de economía de la innovación; b) partiendo de la problematización de conceptos pertenecientes al nivel de la superestructura ideológica-institucional, resultó necesario revisar algunos conceptos básicos correspondientes a la órbita de la producción, a la infraestructura económico-productiva.
A lo largo de este recorrido, parece posible percibir que hay características del modo de producción capitalista en la periferia que potencializan un proceso de «auto-organización» de los conceptos y los modelos institucionales utilizados para su análisis y organización. Conceptos y modelos se resignifican y adquieren nuevo sentido en un problemático feedback con sus referentes locales. En la medida en que aumenta el grado de intervención externo en la conducción de las políticas públicas (y, por lo tanto, también de la PCT), el empleo de un marco de referencia exógeno hace que los resultados de ese proceso de auto-organización ganen impulso y legitimación crecientes.
Si bien el proceso es auto-organizado, su orden no es aleatorio. Los procesos de transducción descritos parecen reposar claramente sobre una base material de afirmaciones y sanciones20, cuyo eje es la empresa latinoamericana. Así, resulta posible reconstruir algunas cadenas causales (no reversibles en términos lógicos):
Con todo lo deterministas que estas cadenas causales puedan parecer, este planteo está lejos de constituir un argumento lineal. En particular, no significa en modo alguno (por los motivos expuestos en los puntos 4.1.; 4.3. y, especialmente, 5.2.) que la empresa local determina la orientación de la PCT. Sólo pretendemos destacar el hecho de que resulta inadecuado todo planteo (explicativo o normativo) que ignore la centralidad de las particulares condiciones de las empresas -y los regímenes sociales de acumulación- locales a la hora de concebir políticas de innovación.
A lo largo del texto, en diferentes oportunidades, hemos utilizado el término periferia para hacer referencia a países de la región. Desde la perspectiva de la transducción, el término se presenta con un significado divergente del tradicional.
La condición periférica aparece normalmente como causa estructural del subdesarrollo, y, en particular, como explicación de la inexistencia o debilidad de dinámicas innovativas locales en los países subdesarrollados. En algunas versiones, esta argumentación se historiza, remitiendo la cuestión a la forma de integración al sistema económico internacional en el momento de la entrada al mercado internacional o la integración en la estructura de comercialización y producción dominada por un país central. La condición periférica de los países subdesarrollados aparece como un punto de partida, como un hecho inexorable, dado, determinado por una causalidad externa.
Del análisis realizado hasta aquí surge otra imagen de la condición periférica. La tentativa de emular modelos institucionales de países centrales tiende a reforzar y en el límite generar la condición periférica. La trayectoria socio-técnica local de alineamiento y coordinación en technological frames fronteras afuera genera condición periférica. La emulación de la dinámica «universal» de exploración de la frontera tecnológica genera condición periférica. La adopción de un criterio de calidad exo-generado genera condición periférica. Recortar la realidad local a la medida de los conceptos transducidos, «periferiza».
Lejos de constituir un punto de partida, un hecho consumado, existe un proceso -unidireccional, asimétrico y sub-ordinado- de construcción y consolidación de la condición periférica. Ser periférico no es un hecho, inexorable, «natural», sino resultado de una construcción social que incluye no sólo una ego-ideología de un centro (innovador y difusor, generador de teoría, creador de instituciones), sino una alter-ideología (alineada y coordinada, ortodoxamente aplicada, emuladora) de una periferia. Lejos de ser una causa exo-generada, la condición periférica es un efecto que responde a las endo-causalidades de la dinámica local. Lejos de ser una condición previa, es una situación recreada y reproducida constantemente.
Entre tanto, es necesario aclarar que la construcción de la condición periférica no debe entenderse como un proceso necesariamente organizado -si bien algunas políticas resultan particularmente funcionales para ello. Así como los fenómenos de transducción, el proceso de construcción de la condición periférica es un fenómeno fundamentalmente auto-organizado, al que contribuyen tanto la política económica como la percepción de aceleración del cambio tecnológico, la intensificación de la Inversión Extranjera Directa, o las múltiples interpelaciones ideológicas acerca de la globalización, la integración «competitiva» al mercado internacional como productor de commodities o las normas universales de calidad. Precisamente, este carácter auto-organizado parece otorgar al proceso de periferización ese aspecto de fenómeno «natural» e «inexorable», «ajeno» al accionar y a la racionalidad de los actores locales.
Lejos de pretender ser una crítica a los economistas de la innovación latinoamericanos, este trabajo apunta a plantear nuevos desafíos para el desarrollo de la disciplina la economía de la innovación en la región. Si la trayectoria del análisis aquí presentado tiene sentido, parece necesario realizar una profunda renovación del aparato conceptual explicativo-normativo utilizado, lo que implica, entre otras cosas, la posibilidad de enriquecerlo con aportes genuinos.
Desde la perspectiva de la transducción, la mera búsqueda de ortodoxo rigor teórico no implica seguridad analítica ni garantía epistemológica alguna. Al contrario, la ortodoxia ciega implica el riesgo de generar nuevos fenómenos de transducción, como los anteriormente descritos, cuyo pobre servicio a la profundización teórica y la relevancia para el policy making ha sido enfatizado anteriormente. Parece conveniente vigilar los procesos de resignificación de los conceptos, recuperando su sentido antes que sujetándose a su enunciado. En el plano normativo, esto tal vez evite caer en la ilusión del wishful thinking que, por usar los mismos significantes espera reconstruir los significados y dar a la luz una realidad a la medida del concepto utilizado.
El desafío es aún mayor, si se incorpora la dimensión política. Con todo lo valiosos que han sido para la comprensión de la dinámica socio-técnica latinoamericana, los estudios microeconómicos -sobre aprendizaje tecnológico en firmas locales, por ejemplo- resultan insuficientes como insumos para la elaboración de políticas de innovación. En el estadio en que se encuentra la elaboración local de políticas, los resultados de este tipo de investigaciones no alcanzan a abarcar la complejidad del problema que se enfrenta en la actual situación. (globalización, apertura, integración regional, desregulación, etc). Si bien pueden aportar criterios acerca de «lo que no hay que hacer», resultan inadecuados como insumos para proponer, priorizar y definir medidas de política concretas.
La responsabilidad no es poca. De esta renovación explicativa-normativa puede depender -al menos parcialmente, en el plano teórico- la posibilidad de realización de un escenario de democratización política y económica en América Latina.