Espacios. Vol. 14 (1) 1993

Hacia una mayor articulación entre el mundo productivo y el educativo: el caso de la formación de recursos humanos de nivel superior en la industria química en Venezuela

Toward a better understanding between the productive and educational world: the case of the development of human resources on the higher levels of the chemistry industry in Venezuela

Carmen García Guadilla


2. Situación de las carreras de ingeniería química y licenciatura en química

En el caso específico de las carreras de ingeniería química y licenciatura en química, los datos relativamente aceptables del número de matriculados, no se corresponden con la baja proporción de egresados, y este es uno de los puntos álgidos que se plantea en el presente estudio (5).

En efecto, si se analiza la Evolución de la Matrícula y de Egresados de Ingeniería Química durante el período 1986-1990 en las cinco principales universidades del país, se encuentra que durante todos esos años el número de matrícula fue superior a dos mil, y que en 1982 casi alcanzó a cuatro mil; sin embargo el total de egresados durante ese período (86-90) sólo fue de 667. Lo mismo sucede en el caso de la licenciatura en Química, donde se consiguieron los siguientes resultados a partir del estudio de la cohorte 85-90: en 1990 egresó sólo un 8% de los que habían ingresado cinco años antes (51 de los 646). En ambos casos -tanto en ingeniería química como en licenciatura en química- se cuenta con un bajo número de egresados, durante el período 1986-90. (Véase Gráficos 2-4). (6)

La baja tasa de egresados ha sido objeto de diversas interpretaciones. Entre los elementos explicativos señalados para el caso de la Licenciatura en Química, se ha mencionado especialmente, el sistema de selección basado en el índice académico de los aspirantes. Este proceso repercute positivamente en carreras demandadas puesto que al haber alta demanda la selección se hace sobre la base de los estudiantes con mayores índices académicos. Pero por el contrario, en las carreras con poca demanda, este proceso repercute negativamente, ya que generalmente llegan a ellas los estudiantes que no han sido seleccionados en las carreras que habían escogido como primera, o segunda prioridad. Es decir, los estudiantes que son asignados a carreras poco demandadas tienen en general promedios bajos y además, en la mayoría de los casos, no han escogido la carrera en primer lugar, razón por la cual la utilizan como “trampolín” para pasarse a otra carrera, en la primera oportunidad que encuentran. (Véase Bifano, 1992).

En el caso de la ingeniería química, los argumentos sobre la baja tasa de egresados se han basado en la baja preparación con la que llegan los estudiantes de bachillerato a la vez que sobre las altas exigencias que caracterizan a la carrera.

Lo cierto es que la baja tasa de egresados en ambas carreras, se da en circunstancias en que la industria química necesita urgentemente de estos profesionales para llevar adelante sus planes de desarrollo.

Esta escasez y falta de perspectiva para resolver el problema a corto plazo se hace patente entre los propios empresarios de este sector. Así en el II Congreso y Exposición de la Industria Química y Petroquímica en Venezuela, realizada en Julio de 1991, se consagró una Mesa de Trabajo a analizar el problema de los Recursos Humanos. En ese valioso documento se presentan cifras que indican la lentitud de las universidades en dar respuesta a los requerimientos cuantitativos y cualitativos de las disciplinas vinculadas con las profesionales de la química.

Por otro lado, esta situación está siendo considerada por inversionistas extranjeros como un importante elemento obstaculizador en el logro de ventajas comparativas dinámicas de este sector, en caso que no se tomen medidas adecuadas. Así, en un estudio preparado a instancias del Gobierno Francés, se señala que el futuro del sector químico en Venezuela dependerá “del esfuerzo intenso de formación profesional, a fin de satisfacer a corto plazo las exigencias del mercado de empleo, que carece crucialmente de ingenieros y de técnicos superiores”. (7)

Esta situación de carencia de profesionales, es actualmente experimentada de forma bastante grave por las empresas encuestadas, ya que el 47% de ellas manifiesta que son las categorías de Profesionales y Técnicos Superiores las que presentan mayores problemas para conseguir personal. (Véase Gráfico Nº 5). Esta opinión refuerza la respuesta obtenida acerca del problema considerado más grave en la industria, ya que también el 47% contestó que era la carencia de personal profesional.

El bajo número de egresados en comparación con la matrícula difiere de acuerdo a las diferentes universidades. Las universidades que mejor se comportan en la proporción de egresados, tanto en ingeniería química como en licenciatura en química son las universidades Central de Venezuela y Simón Bolívar. En cambio las universidades que mayores diferencias tienen entre matrícula y egresos son la Universidad de Carabobo para el caso de la ingeniería química, y la Universidad del Zulia en el caso de la licenciatura en química.

Estos datos se corresponden con las preferencias dadas por los encuestados, en relación a las universidades que consideran ofrecen una formación de recursos humanos; ya que las universidades mencionadas como las mejores fueron la Universidad Simón Bolívar y la Universidad Central de Venezuela.

3. Nuevo perfil profesional

Los cambios en la configuración de las competencias y las habilidades están siendo definidos a partir de las necesidades que exige el nuevo patrón tecno-económico.

En forma general todos estos cambios se refieren a la necesidad de flexibilizar los contenidos educativos, a la promoción de la interdisciplinariedad, de la transmisión de una visión global del proceso tecnológico, del refuerzo a la formación lógico-matemática y de la cultura informática. La flexibilidad del trabajo exige una flexibilidad educacional que sólo puede ser obtenida a través de una formación amplia dentro de una mentalidad abierta y de adaptaciones sucesivas.

En el caso específico de la educación superior se añade también un cambio de enfoque en los siguientes aspectos: a) mayor sensibilidad de la educación hacia la productividad y los problemas prácticos; b) relaciones más estrechas con la industria; c) habilidad para operar más allá de los confines de una disciplina; d) necesidad de actualizar los contenidos de ciertas disciplinas y profesiones universitarias afectadas por la presente ola de cambio tecnológico.

No cabe duda de que las transformaciones en las estructuras productivas y el cambio tecnológico plantean a la educación nuevos problemas; pero por primera vez existe suficiente consenso en el sentido de que los cambios deben hacerse sobre la base de una formación general y sobre plataformas elevadas de educación de alta calidad. En estos objetivos están comprometidos por primera vez, no sólo los profesionales de la educación, sino también los empresarios y otros actores sociales.

En cuanto al nuevo perfil de profesional, recién se comienza en América Latina a dar las primeras orientaciones (Véase Pérez, 1991). Todas ellas coinciden en señalar ciertos elementos como los siguientes:

Resulta interesante la opinión que se obtuvo a través de las encuestas acerca de las características del perfil profesional que consideraban los encuestados eran relevantes en los nuevos contextos en sus respectivas industrias. Los rasgos más frecuentemente mencionados, en primer lugar, fueron: Sólida Formación Básica (48%) y Liderazgo (40%). Estos dos rasgos fueron también los que mayores frecuencias tuvieron en la sumatoria de las tres primeras opciones, con la diferencia que, en este caso, el liderazgo aparece primero. A estos dos opciones le siguen: habilidad para abordar nuevos problemas y dominio y actualización tecnológica (Véase Gráfico Nº 6).

Una base sólida de formación es indispensable en un contexto en el cual el mundo del trabajo necesita recalificar y reprofesionalizar para enfrentar los nuevos contextos. Por otro lado, las calificaciones tienden a hacerse mucho más complejas que antes, con destrezas y habilidades cada vez más conceptuales y abstractas y, por lo tanto, el mundo del trabajo perdería mucho tiempo en entrenar al personal que no tenga una sólida formación. La reprofesionalización es precisa hacerla sobre la base de una formación básica que posibilite la adecuación a las necesidades específicas de cada empresa.

Este es uno de los retos que las instituciones de educación superior deben asumir de acuerdo a las necesidades de las empresas: garantizar una sólida formación básica a sus egresados; además de desarrollar habilidades para abordar nuevos problemas, para ubicar y procesar información, así como para el dominio y actualización tecnológica.

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