José Manuel Martínez. Universidad Central de Venezuela
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En los países industrializados, del mundo capitalista, se observa que la relación que mantiene actualmente el Estado con la tecnología y con el sector industrial es cada vez más intensa y orgánica. Hay, claro está, grandes diferencias entre países, tanto en la forma de organización de estas relaciones, como en el carácter de la intervención del Estado, relacionadas mayormente con su idiosincracia, historia y cultura.
Se encuentran modelos donde el Estado es altamente centralista y asume una conducción política, como Francia; otros mucho más descentralizados, al estilo federal de Alemania, en la que cada “Lander” establece sus propias normas; otros, liberales, que dejan a las fuerzas del mercado la iniciativa económica, como los Estados Unidos. Es sin embargo notorio observar, al analizar los casos de distintos países, sin apasionamiento o ceguera ideológica, que el Estado participa cada vez más directa e intensamente en el establecimiento de orientaciones, estímulos y organización para el desarrollo de las nuevas tecnologías, inclusive mediante la ejecución directa de muchas actividades.
En los Estados Unidos también se destaca la importancia que tiene la intervención del Estado en el desarrollo de esta industria. El gobierno federal interviene de varias maneras en la política referente a la informática y las telecomunicaciones: “como principal consumidor de equipos y servicios juega un papel clave en las condiciones generales del mercado; la industria de la informática y de los semiconductores debe sin duda una parte importante de su actividad de investigación y desarrollo a las necesidades de los sectores militar y espacial; el gobierno utiliza el arma de la legislación y de la reglamentación para proteger al público contra las eventuales amenazas informáticos; financiando el esfuerzo de investigación científica el gobierno ha contribuido y contribuye al avance tecnológico; asegura la aplicación estricta de las leyes anti monopolio (para permitir un mercado abierto y competitivo); finalmente una política conducida por la administración en otros sectores tiene igualmente una influencia sobre las industrias de informática y telecomunicaciones”. (1) Algunas cifras indican la magnitud de esta ayuda: la ayuda a la investigación y el desarrollo para la informática alcanza anualmente los 300 millones de dólares y los gastos públicos anuales en equipos y programas informáticos llegan a los 14.000 millones de dólares. (2)
El caso de Japón, segundo país del sector hoy día, es también notorio. Su estrategia protege el mercado nacional y favorece a las empresas de! país, de equipos y de programas, obliga, por ejemplo a las empresas extranjeras instaladas en Japón a exportar la mitad de su producción para autorizarles a comercializar nuevos sistemas e impone tarifas aduanales muy elevadas a las importaciones. El papel del MITI (Ministerio para el Comercio Internacional y la Industria) es internacionalmente bien conocido en el establecimiento y conducción de una política coherente para el desarrollo de este sector.
Algunas de las razones esgrimidas para justificar la importante participación del Estado en relación con esta tecnología han sido discutidas por diversos autores, y aunque no es posible ni oportuno citarlos a todos aquí, puede ser clarificador presentar algunos de sus puntos de vista: por ejemplo, VITALIS plantea que prácticamente todo el mundo acepta hoy día que... “entre los factores determinantes de la evolución social se presta una atención particular a la tecnología”, y se refiere a lo escrito por Daniel BELL: “Quizás el cambio social más importante de nuestra época es que nosotros vamos de manera deliberada y calculada por delante del futuro. Los hombres de hoy tratan de prever el cambio, de medir su curso y sus efectos y mismamente de ponerlo al servicio de fines predeterminados. La transformación de la sociedad no es más una fórmula abstracta, sino una acción que el poder asume de una manera que no puede ser más consciente y concertada”. (3)
Este planteamiento no quiere decir, desde luego, que el desenvolvimiento de los países industrializados esté completamente planificado y definido por sus gobiernos, y que no exista divergencia y lucha social en esos países. No hay más que reconocer y tomar en consideración que las grandes empresas del sector, de carácter transnacional, monopólico u oligopólico, establecen sus propias estrategias mundiales de investigación, diseño, producción y comercialización, para enfrentar la dura competencia, sin pedirle permiso a los gobiernos, y definen por su cuenta los productos que llegan al mercado, para consumo de la sociedad. No hay tampoco que perder de vista, por una parte, que debido a la importancia que la ventaja tecnológica ha adquirido en las relaciones internacionales, el Estado tenga necesariamente que actuar, y por otra, que ante los múltiples efectos que la difusión de la tecnología tiene sobre todos los sectores sociales y económicos del país, el Estado deba intervenir para tratar de poner orden y proteger la estabilidad social.
En un estudio comparativo de la situación de la informática en seis países industrializados (Canadá, Estados Unidos, Gran Bretaña, Hungría, Alemania Occidental, Suecia), realizado por la Asociación Internacional Datos para el Desarrollo para la Misión para la Informática del Ministerio de Industrias de Francia, se establece lo siguiente: “siendo una de las preocupaciones de los Estados la búsqueda de un mejor nivel de vida no es entonces sorprendente que se hayan interesado activamente en la informática y que muchos de ellos hayan establecido políticas específicas y planes para tomar en sus manos algunos aspectos de su desarrollo”. Por otro lado, dado que... “puede afirmarse sin duda que es la evolución tecnológica lo que ha originado la revolución de la información “...a los países industrializados les... “es particularmente importante crear una base sólida de competencias (tecnológicas e industriales) a nivel nacional”.(1)
El estudio comparativo de las experiencias de los países industrializados es aleccionador; sin ir más lejos citaremos di. rectamente algunos argumentos, tomados del trabajo señalado: “La definición de las orientaciones y te los esfuerzos de planificación de estos cinco países han estado influenciados por consideraciones económicas y estratégicas. Han tratado de encontrar un equilibrio entre la necesidad de explotar una nueva tecnología para mantenerse competitivos (lo que ha necesitado importaciones masivas de tecnología y productos americanos) y los peligros que podían representar su influencia sobre la balanza de pagos y la dependencia excesiva de proveedores externos”. (1)
Se observa aquí la gran importancia concedida a la posible dependencia de los Estados Unidos, y cómo, de una sola vez, se reúnen la búsqueda del mejor aprovechamiento de los beneficios que da la utilización de la informática con la necesidad de fomentar un desarrollo industrial propio, competitivo. Se deja ver también el carácter político de la situación.
“La mayoría de estos países han definido disposiciones para promover, coordinar o controlar la utilización de la informática en la administración... han impulsado la industria y la formación... la transmisión de datos ha tomado un lugar cada vez más importante... han percibido de maneras diversas la necesidad de respaldar a las empresas nacionales de servicios informáticos y de adoptar una legislación específica para la informática. Instituciones no gubernamentales y semioficiales han asumido diferentes papeles siguiendo la amplitud y la naturaleza de la acción gubernamental”. (1)... y... aunque “los informes sobre los seis países no muestran que haya correlación entre la existencia o no de una verdadera política informática y el grado de éxito en la utilización de la informática ...La justificación de la política informática debería encontrarse, entonces, en la realización de otros objetivos distintos a la promoción de la informática, por ejemplo... la protección de ciertos intereses nacionales”. (1)
Este reconocimiento de intereses que van más allá del uso de la técnica establece, quizás, un hito en la comprensión de la actual dinámica política y económica dentro de los países capitalistas. La intervención del Estado interesa a muy diversos grupos sociales del país, oponiéndose a las políticas y poderes de otros países y también de las empresas transnacionales. El Estado recibe el encargo de velar por la estabilidad del país, defendiendo tanto a los ciudadanos, como a las empresas nacionales, y también la misión de darle coherencia al desarrollo de las capacidades tecnológicas nacionales, pues el dominio de la tecnología se ha convertido en un factor clave en las relaciones internacionales, y dentro del mundo capitalista el grado de interdependencia alcanzado entre los países no le permite a ninguno definir políticas de desarrollo contando sólo con lo que está dentro de sus fronteras.
“El éxito en el desarrollo de las industrias de equipos y programas informáticos parece necesitar el apoyo del gobierno porque no parece que esas industrias hayan sido viables donde ha faltado este apoyo”. (1)... si eso está mencionado en relación con los países industrializados, podemos imaginarnos la vigencia que adquiere para los países en vías de desarrollo.
Citando de nuevo a VITALIS, ante la importancia que está asumiendo la informática en la vida moderna... “se comprende que en esas condiciones los Estados se preocupen de tomar el control de los procesos de informatización para hacer que sirvan a una acción política de conjunto. Así, después de haber estado en el origen de la definición de una política industrial y más tarde, ante los peligros para las libertades individuales, de’ un control jurídico, la informática se convierte en el centro de un proyecto de sociedad futura”...”En la medida en que la informática compromete el futuro de una sociedad, parece deseable que el Estado domine este proceso. En efecto, solamente una intervención del Estado puede establecer el equilibrio en las relaciones entre constructores y usuarios, o facilitar el mayor acceso a los recursos informáticos y a orientar el uso de la máquina en el sentido de mayor utilidad social” (3).