Igor A. Arias M
Sostenibilidad es el gran tema de discusión de la actualidad. Numerosas definiciones e interpretaciones circulan, pero en general se coincide en referirlo como el manejo exitoso de recursos de manera de satisfacer cambios en necesidades humanas, manteniendo y mejorando la calidad del ambiente y la conservación de los recursos naturales (F.A.O. 1989). De la misma forma desarrollo sostenible seria aquel que satisface las necesidades y aspiraciones del presente sin comprometer la habilidad de las futuras generaciones a encontrar y satisfacer sus propias necesidades (W.C.E.D., 1987).
Sostenibilidad agrícola implica suficiencia alimentaria con conservación de recursos en el largo plazo, es una responsabilidad de las generaciones actuales para con ellas y con las futuras, y es por ello que el sentido de equidad es fundamental. Ella enfatiza la interdependencia de los sistemas ecológicos y socioeconómicos y obliga a su trato sistémico. De ahí que los modelos de desarrollo sostenible requieran de cambios en lo político, institucional, tecnológico, legal, organizativo y especialmente en lo cultural.
Los patrones tecnológicos para la agricultura sostenible deben reconocer la diversidad de ecosistemas, así como las condiciones socioeconómicas, intereses y necesidades de las comunidades actuales y futuras. En este sentido y por cuanto la agricultura es altamente influenciada por la dinámica agroecologica y socioeconómica local, la tecnología deberá reflejar estas realidades en su búsqueda de soluciones sostenibles. El paradigma de la sostenibilidad es por ello orientador y condicionador de una nueva visión del desarrollo tecnológico agrícola.
De la misma forma los criterios de sostenibilidad cada día influencian mas los procesos de cambio de las actividades humanas, y de las organizaciones que dirigen la explotación de recursos, la dirección de la inversión, la orientación del desarrollo tecnológico y del cambio institucional. La sostenibilidad es el paradigma de la supervivencia y afortunadamente, a nivel internacional, se está conformando una conciencia y sentido de responsabilidad hacia este tema que lo deben convertir en la superestructura ética, moral y filosófica que guíe decisiones y acciones que afecten el futuro de la humanidad.
En agricultura el concepto de sostenibilidad es imperativo. No es concebible desarrollo agrícola que no lo contemple, por cuanto ella, como lo señala el IICA 1993, "mas que ningún otro sector de la sociedad, pone al desnudo las relaciones y conflictos que involucra el camino hacia el desarrollo sostenible y equitativo; muestra así mismo, los contrastes entre la necesidad de aumentar la producción y la conservación de los recursos naturales. El propio concepto de agricultura conlleva la idea de interacción entre el ser humano y el capital ecológico."
Finalmente es necesario decir que la agricultura sostenible requiere un importante cambio en la cultura y en la conciencia de los hombres, de comunidades, de naciones enteras, acerca de las consecuencias de las decisiones que ellos u otros tomen respecto al uso de sus recursos; igual cambio se requiere en el recurso humano de las instituciones que tienen que ver con el desarrollo. Programas como el de extensión agrícola que vienen a ser el vinculo natural entre los productores y la investigación tecnológica, así como motor de desarrollo regional, deben asumir esta conciencia y hacer esfuerzos en adiestrar su personal e influir en los organismos de investigación y desarrollo hacia la generación y fomento del uso de tecnologías apropiadas, garantes de una agricultura realmente sostenible.
Los paradigmas anteriormente presentados engendran una nueva manera de ver el mundo, una nueva visión que a su ves exige, para el abordaje de los problemas, herramientas teóricas más apropiadas, y a veces diferentes a las usadas en los modelos tradicionales. En este trabajo haremos mención a tres enfoques modernos que consideramos más eficaces a la hora de enfrentar los retos de un nuevo desarrollo.
El enfoque de demanda ha venido sustituyendo con ventaja al tradicional de oferta, el cual dominó por mucho tiempo los espacios de innovación tecnológica y en general de producción de bienes y servicios. Se argumentaba que en mercados jóvenes, pequeños, débiles, la oferta creaba demanda y que productos de reconocida calidad serian suficientemente demandados por los consumidores.
En la medida en que el comercio se ha expandido y las exigencias de los consumidores han aumentado y diversificado, en la medida que el planeta se globaliza, se transforma y es dominado por el mercado; las necesidades y requerimiento de los usuarios y consumidores pasan a ser norte para el desarrollo económico y social. El dicho: el cliente tiene la razón es cada vez más pertinente.
Hasta hace muy poco tiempo el enfoque de oferta-lineal, dominó el ambiente de la innovación tecnológica agrícola. La tecnología se producía en centros internacionales, era adaptada en centros de investigación nacionales, y por diversos mecanismos era probada y transferida a los productores quienes indefectiblemente la adoptarían. Este modelo tomó muy poco en cuenta las necesidades y crecientes exigencias de los usuarios, utilizó la imposición aderezada con inversiones subsidiadas de capital, como mecanismo de implantación y por ello logró efímeros impactos en un sistema que en poco tiempo colapsó.
Hoy se reconoce que las necesidades de los productores y su familia, constituyen objetivos de todo el sistema de innovación tecnológica y de desarrollo agrícola. Un programa de extensión agrícola como herramienta de formación y vinculación, debe entonces dar prioridad a la detección de esas necesidades y exigencias de una manera objetiva, y para ello deberá generar mecanismos, que con la participación de los diferentes actores en la cadena productiva y especialmente de los productores agrícolas, ayude a detectar y canalizar, a donde fuera necesario los requerimientos y por supuesto a difundir las soluciones.
Finalmente debemos decir que la relevancia en el largo plazo de un programa de extensión agrícola, tendrá su base en la formación del hombre-comunidad rural, con miras a ayudar a la comprensión de los encadenamientos nacidos en el proceso productivo, los efectos que ellos provocan en los productos, la importancia que reviste su relación con el entorno, y en especial en el uso que este hombre hará de todo ello en el mejoramiento de su propio bienestar.
En la segunda mitad del presente siglo ha ocurrido una revolución en el pensamiento. Un nuevo enfoque aparece y con gran rapidez gana espacios por proyectarse como más apropiado para abordar la interpretación de fenómenos complejos. Se trata del enfoque de sistemas, una nueva visión opuesta a la del tradicional pensamiento cartesiano, que dominara el mundo durante los últimos 300 años.
A diferencia del enfoque cartesiano, el pensamiento sistémico, como bien señala Senge, 1992, "es una disciplina para ver totalidades. Es un marco para ver interrelaciones en vez de cosas, para ver patrones de cambio en vez de instantáneas estáticas Senge continua: Hoy el pensamiento sistémico se necesita mas que nunca porque la complejidad nos abruma. Quizás por primera vez en la historia, la humanidad tiene capacidad para crear mas información de la que nadie puede absorber, para alentar mas interdependencia de la que nadie puede administrar y para impulsar el cambio con una celeridad que nadie puede seguir".
Hemos señalado a las relaciones como uno de los grandes paradigmas y aquí referimos al pensamiento sistémico como el gran instrumento para interpretar su significación y aprovechar las oportunidades que esta nueva visión brinda. Esto es así porque el enfoque de sistemas mas que estudiar cosas o componentes estudia interrelaciones, procesos, cambios; estudia fenómenos dinámicos y las causas y efectos inmediatos o no de su acción. Entiende que lo que le da sentido a un objeto o componente es su capacidad de relacionamiento con su entorno. Privilegia, pues, lo dinámico frente a lo estático; la totalidad y respuesta total frente a las partes.
Hablamos de una revolución en el pensamiento con un impacto similar al que tuvieron la visión heliocéntrica o el cartesianismo en su época. Aquellas nuevas visiones rompieron con arraigadas tradiciones e impulsaron cambios en los conocimientos y en las conductas de los hombres - los pueblos, que motorizaron los extraordinarios desarrollos modernos.
En Venezuela, si bien se reconoce las bondades de este enfoque en el estudio de la agricultura, se tiene poca experiencia en cuanto a su uso. Afortunadamente las organizaciones de investigación, aún con resistencia de los detentores del modelo reduccionista, comienzan a utilizarlo y a obtener beneficiosos resultados de su aplicación, especialmente cuando diagnostican realidades de los agricultores y comunidades agrícolas, y diseñan investigaciones mas apropiadas para la solución de problemas. De la misma manera este enfoque ha venido ayudando a las instituciones a tener una visión diferente, mas real de como abordar los procesos agrícolas modernos para el logro de una mejor respuesta hacia la sociedad.
La aplicación de este enfoque requiere de cambios organizacionales y culturales en las instituciones. Programas como el de extensión agrícola deberán orientarse a la búsqueda de nuevas y más eficientes formas de relacionamiento entre los actores del proceso agrícola y para ello el uso de las herramientas aportadas por este enfoque son de gran utilidad. De igual forma, el aprendizaje de los actores, fundamento de estos programas, debe resultar en tal amplitud de pensamiento y de consolidación de criterios, que les permita interpretar y afrontar realidades complejas, y son estos objetivos de esta nueva manera de ver las cosas.
El enfoque estratégico muy usado en las ciencias administrativas modernas y que recoge elementos de los enfoques anteriores y se enmarca en los paradigmas inicialmente discutidos, se ha constituido en una importante herramienta para la administración de organizaciones y programas.
Como lo señala Galvez, S. et al. 1995 "es esta una forma diferente de entender y practicar la administración, que reconoce y privilegia aspectos críticos como los siguientes:
La aplicación del enfoque estratégico busca, como hemos señalado, hacer efectivas, eficientes y sostenibles las organizaciones y en nuestro caso los programas. Una organización con clara misión, con capacidad organizativa, con recursos humanos calificados y motivados al objetivo conjunto, con disposición al cambio y el ágil accionar, con habilidad para la interacción y con claridad prospectiva, es garantía de éxito para el desenvolvimiento de programas altamente interactivos y complejos como el de extensión agrícola.