Luis Marcano G., Milena Sosa G. y Beatriz Hernández S.
Hasta hace muy poco en Venezuela, no nos era posible hablar de Gerentes de Tecnología ni hablar de la experiencia de un curso creado para formar específicamente gerentes de tecnología en el sector de la construcción. Puede decirse que en la década pasada un estudio de dicho sector (Equipo INCOVEN, 1986), hecho con el fin de tener un panorama sobre el desarrollo tecnológico presente y de hacer un diagnóstico estructural válido, vislumbraron el marco conceptual dentro del cual se pudo definir la necesidad de formar cuadros que desde el interior de las empresas del sector construcción propiciasen un cambio, resultado del aprendizaje tecnológico y del dominio de los procesos y productos de esta rama de la actividad económica.
En Venezuela, la situación de la tecnología esta signada por una economía dependiente, caracterizada por la importación indiscriminada de tecnología, utilización de técnicas no adecuadas a la realidad del país, poca capacidad de negociación e inexistencia de políticas para la transferencia de tecnología. Sumado a esto, la poca importancia que se le da a la actividad de investigación y desarrollo experimental en el campo de la construcción, las dificultades para la formación de investigadores en este campo y la dispersión de la información técnica de la construcción de origen nacional e internacional (Cilento y Hernández, 1975). Así mismo, las empresas constructoras le restan importancia al desarrollo técnico como una forma de aumentar su productividad, entendiéndose por ello al equilibrio entre todos los factores de la producción que suministraran el más elevado producto con el menor esfuerzo (Druker, 1986).
Como ya afirmamos en otra oportunidad (Marcano, 1990) y de acuerdo a los resultados del estudio antes citado (Equipo INCOVEN, 1986, 1987) y del trabajo de algunos autores, entre ellos Becerra (1985), Lovera (1985) y Villanueva (1987), podemos afirmar que la rama de la construcción es, desde el punto de vista de su división del trabajo, una manufactura dominantemente heterogénea. Es decir, la construcción no ha llegado al estadio de la gran industria maquinizada. En esta manufactura, la potencia fundamental del proceso de trabajo colectivo descansa en la habilidad, pericia y capacidad de los trabajadores mismos. En consecuencia, la rama de la construcción es amplia utilizadora de mano de obra y posee una tecnología general relativamente baja.
La productividad en construcción está condicionada por un gran derroche de fuerza de trabajo, que se sustrae a otros ámbitos de la producción de bienes y servicios. Por lo tanto, las obras de construcción tienen un alto precio, consecuencia de la alta participación relativa de la fuerza de trabajo frente a los medios de producción, más la gran magnitud del trabajo cristalizado en cada obra completa.
Además, los productos de la construcción son el resultado de un largo período de trabajo continuo, cuyas múltiples jornadas culminan con la aparición de un producto parcial en la elaboración progresiva. Sólo al final de este proceso se tiene un producto listo para su consumo.
Por otro lado, los distintos procesos y subprocesos en que se divide el trabajo manufacturero de la construcción se articulan entre sí y en su conjunto de manera dominante heterogénea. Es decir, la forma de la manufactura donde el producto es el resultado del ensamblaje de procesos independientes unos de los otros. No se trata, entonces, de un proceso lineal sino de un conjunto de procesos parciales que al reunirse en una secuencia específica, dan lugar al producto final.
Todo esto configura una breve existencia de la unidad de producción en contraste con la durabilidad de los productos de la construcción. El taller o unidad de producción dura lo que tarda en producirse la obra. Esta breve historia de la unidad de producción tiene importantes consecuencias desde el punto de vista de las economías de escala, pues implica el montaje y desmontaje de la unidad de producción para cada obra.
Vista en su conjunto, la construcción con sus características y en primer lugar como manufactura dominantemente heterogénea, tiene que enfrentar en primera prioridad de su proceso de producción, la organización del trabajo colectivo. Como hemos señalado, por tratarse de una manufactura, la clave del proceso productivo está en la organización de la fuerza de trabajo. Pero, precisamente por las características que hemos mencionado, el desarrollo tecnológico en construcción puede presentarse en tres planos:
Al analizar, por otro lado, las tendencias de desarrollo tecnológico de un país desarrollado, orientadas a conseguir la máxima coordinación tanto de los procesos productivos de los productos como del personal que tiene a su cargo la responsabilidad teórica y práctica de ensamblarlos, vemos que, en general, en aquellas que existe mayor innovación, su factor común es que ésta ha surgido reforzándose los aspectos gerenciales y organizativos y en métodos y técnicas para lograr mejoras en la productividad de los procesos.
Se observa que la posición venezolana es contraria a la posición europea o norteamericana, en donde la libre competencia del mercado obliga a los productores de insumos para la construcción, no sólo a competir en base a la variable precios, sino en base a las variables calidad y diversidad. Los europeos y norteamericanos han entendido que la innovación no es ciencia o tecnología, sino valor. Y para ello, es necesario que el índice de formación de cerebros (Druker, 1986), índice de acuerdo con el cual un país produce personas dotadas de imaginación y visión, educación y aptitudes teóricas y analísticas, sea alto. La anterior analogía nos permite ilustrar la importancia de la gestión tecnológica dentro del proceso de desarrollo industrial.
Así también vemos que a menudo, en nuestro contexto, una posible innovación queda arrinconada por la falta de capacidad gerencial y funcional, específica o una economía desfavorable, por lo cual se hace necesario la formación de personal capaz de entender los requerimientos del sector demandante industrial y la capacidad de venta del sector ofertante. Pero, ¿cómo podemos vender este concepto a las empresas del sector construcción?, empresas que se contentan con obtener una alta rentabilidad a corto plazo más bien por la vía especulativa, en muchos casos.
Considerando que a pesar de la dificultad evidente, la idea era viable, el IDEC vio el interés de crear un curso de postgrado en el campo de la investigación y el desarrollo tecnológico de la construcción que le permitiese, a través de los profesionales allí formados y luego reinsertados al interior de las empresas productoras de insumos para la construcción, generar cambios importantes para que las mismas empresas entendiesen que un personal técnicamente calificado (activo intangible) tiene, en muchos casos, más peso que la inversión en equipo capital fijo (activo tangible).
En 1986 se dio inicio a la primera maestría, en 1989 a la segunda y en 1992 a la tercera. Se han desarrollado diez (10) tesis de grado bajo la supervisión de tutores escogidos entre el cuerpo de profesores. Entre las líneas de trabajo que llevan a cabo los estudiantes se encuentran: requerimientos de habitabilidad y algunas líneas de desarrollo tecnológico de la construcción, enfocados siempre hacia las edificaciones públicas (escuelas, centros asistenciales, etc.) o a la vivienda de interés social de construcción progresiva.
Se incide directamente en el segundo plano del desarrollo tecnológico en construcción (antes descrito) en la búsqueda de nuevos componentes. Es en este plano donde se podrán obtener resultados más rápidos a mediano plazo, pues va dirigido a proponer productos o procesos a las empresas conexas al sub-sector industrial de materiales y componentes para la construcción. Dicho sub-sector, a diferencia de la rama de la construcción, se encuentra en un estadio de mecanización más avanzado.
El curso es un instrumento especialmente apto para la difusión de conocimientos científicos, técnicas y procedimientos diversos, para obtener, comercializar o utilizar nuevos productos y/ o procesos de producción o mejorar los existentes. En otras palabras, para innovar tecnológicamente dentro de un contexto perfectamente conocido por el instituto como resultado de la experiencias acumulada en el área y del análisis de la dinámica del proceso mismo de construcción.
El curso tiene un marcado énfasis en los procesos de innovación y desarrollo de tecnología y solución de problemas en construcción de edificaciones. Está estructurado en seis períodos académicos con un total de doce asignaturas obligatorias, las cuales se agrupan con secuencias que establecen prelaciones. La columna central del pensum está conformada por las materias prácticas, Taller de Desarrollo Tecnológico (I y II) y Proyecto (I, II III y IV); en ellas se desarrolla un conjunto de actividades relacionadas con los procesos de diseño, de resolución de problemas y de cambio tecnológico en el campo de la producción de edificaciones. Estas materias se complementan por un grupo de materias instrumentales que hacen énfasis en el dominio de instrumentos, técnicas y métodos aplicables a la I & D, en el proceso de producción de edificaciones. Y por un grupo de materias contextuales que permiten situar la actividad de la construcción dentro de la economía nacional, tanto en su evolución histórica como en sus aspectos coyunturales y estructurales.
La piedra angular del curso es la generación de conocimientos derivados de la actividad productiva, ya que la creación o desarrollo de nuevas tecnologías exige un esfuerzo permanente en las acciones y programas de desarrollo tecnológico en concordancia con los objetivos productivos de la organización industrial. Se entiende que las otras actividades como: la producción, las finanzas y la comercialización interesan tanto como la tecnología, los productos y los procesos. Se le da marcado énfasis a la identificación de soluciones conducentes a la generación de conocimientos, así como a la secuencia de actividades y empleo de recursos para solucionar problemas de producción industrial o atender requerimientos del mercado.
A primera vista este esquema puede parecer limitante a la libertad que va asociada a la definición de investigación. Sin embargo, un análisis más profundo nos permite afirmar que el rigor de la actividad científica aplicada a las actividades de la industria contribuirá a hacerla más competitiva.
En efecto, el estudiante desde que comienza a formular su investigación, a nivel del 2do. trimestre, establece vínculos con empresas productoras del objeto tecnológico o del material o componente sobre el cual va a investigar, (ej. Bloques de concreto, techos conformados a base de láminas metálicas, entrepisos o cerramientos de ferrocemento, etc.), con el fin de detectar las deficiencias, es decir los puntos débiles sobre los cuales es posible incidir favorablemente. Así inserto dentro del sistema productivo aprenden a conocerlo, lo cual les permite que a nivel del 3er. o 4to. trimestre comiencen a desarrollar probetas a escala natural hasta llegar a la construcción de prototipos, donde se efectúan las comprobaciones y ensayos técnicos necesarios para la preserie, si este fuera el caso.
La mayor parte de los insumos requeridos para tales experimentaciones son aportados por empresas productoras estableciéndose, en algunos casos, convenios de cooperación entre el industrial y el IDEC. El instituto cuenta con una planta experimental suficientemente equipada para la realización de prototipos y producción piloto. El estudiante es alentado para que se relacione directamente con los industriales, ejecute los prototipos y desarrolle los estudios de viabilidad técnica de su propuesta.
Paralelamente a estas actividades, se realizan estudios de mercado y de viabilidad económica con el fin de definir la rentabilidad del proyecto. Finalmente, se llega al establecimiento de la estrategia de mercadeo más apta para la comercialización del producto, sistema o proceso constructivo.