Marcel Antonorsi Blanco *
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RESUMEN: |
ABSTRACT: Consultancy represents a specialized recource complementary to the regular capacity of enterprises which has been institutionalized as a profession specially during the present century. As a job it can be carried out in a personal, independent manner or under the organized form of specialized companies that may get to be of a considerable size. Although consultans tend to be external to the client companies, there is also the modality of internal consultants. The relation ship models between the consultant and its client may assume various forms such as: the classic “expert” advisor; a situation similar to that of doctor-pacient relationship, and the so called “process consultancy”, where the consultant acts as the promotor of a process which has in the client its main actor. Nowadays, to the traditional functions that may be required of a consultant, one may specially add that of assisting in the achievement of changes. The client must not only have the greatest care in the selection of an ideal consultant that proves appropriate for the situation, but also co-operate actively with him in order to guarantee the greatest success of the activity. The client-consultant relationhship may be such as to produce a process of learnin and technological transfer beneficial for both parties. |
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Las empresas suelen incorporar a su organización regular las capacidades usuales que necesitan de manera permanente.
Cuando se trata de capacidades muy especializadas que necesitan de una manera no permanente o eventual, prefieren recurrir a otras organizaciones o personas individuales que presten estos servicios profesionales especializados bajo la modalidad de consultoría.
Para las empresas clientes, el recurrir a los servicios especializados de consultoría externa presenta ventajas indudables. La empresa utiliza los servicios del consultor solamente cuando lo necesita, por la otra, pueden obtener lo mejor posible escogiendo entre una variedad de consultores verdaderamente especializados y expertos en sus materias.
Por su parte, los especialistas interesados en mantenerse en sus profesiones y desarrollarse, pueden hacerlo mejor y con mayor independencia si trabajan para un mayor número de clientes que si lo hacen solamente para un único empleador. Por estas razones, algunas personas deciden trabajar como consultores independientes o incorporarse a alguna empresa de consultoría.
De esta manera se combina la demanda con la oferta, y aparece uno de los sectores de actividad que parece estar creciendo a una tasa nunca antes vista.
Sin ánimo de hacer historia, comencemos con una referencia curiosa.
Quizás el primer “consultor gerencial” que registran las crónicas escritas fue Jetró, el suegro de Moisés. En efecto, Moisés, sobrecargado de trabajo porque todos los que tenían un problema recurrían a su juicio personal, recibió el sabio consejo de Jetró quien le recomendó que dividiera el trabajo y que delegara autoridad, reservando para sí las decisiones sobre los asuntos realmente importantes.
“Escuchó Moisés la voz de su suegro e hizo todo lo que le había dicho. Eligió, pues, hombres capaces de entre todo Israel, y los puso al frente del pueblo como jefes de mil, jefes de ciento, jefes de cincuenta, y jefes de diez. Estos estaban siempre a disposición del pueblo; los asuntos graves se los presentaban a Moisés, mas en todos los asuntos menores decidían por sí mismos”. (Exodo, 18, 24 a 26).
Aunque quizás podamos encontrar antecedentes más cercanos que la cita anterior, la actividad de consultoría comienza a desarrollarse e institucionalizarse como tal durante este siglo.
La necesidad de recurrir al consejo experto externo por parte de las empresas se hace evidente desde comienzos de siglo y va aumentando progresivamente, y evolucionando de una práctica profesional que antes fue individual a una en la cual coexisten formas organizadas.
En 1929 surge en Estados Unidos ACME, acrónimo de la Association of Consulting Management Engineers, cuya sola denominación nos da claramente la idea de que para esta época la práctica de la consultoría era realizada fundamentalmente por personas particulares, principalmente ingenieros.
Para 1981 esta organización se transforma en la Association of Management Consulting Firms, aunque conserva la denominación de ACME. El cambio de denominación indica que ahora no ejerce principalmente el ingeniero consultor particular; comienza a apreciarse el predominio de la firma especializada de consultoría gerencial.
Según ACME (Kahn, 1988) en los Estados Unidos en 1984 se encontraban activos 45.000 consultores gerenciales, cifra que aumentó a 60.000 para 1986, esto representa un 30% de aumento en 2 años.
Según Howard Shenson (Kahn, 1988), para 1986 la cifra de consultores independientes en todas las especialidades, activos en los Estados Unidos, ascendía a 400.000, incluidos unos 150.000 a dedicación parcial.
En Venezuela contamos con la Cámara Venezolana de Empresas Consultoras, Cavecon, organismo que agrupa principalmente a las empresas de ingeniería de consulta. Lamentablemente, no contamos con información que nos permita apreciar la dimensión de las actividades de consultoría en otras especialidades, ni la de los consultores individuales independientes. Sin embargo, los indicios que uno puede apreciar permiten suponer que son actividades que se han venido desarrollando en forma sostenida y que tienen cada vez mayor auge.
¿Qué es un consultor? Revisar el diccionario puede dar un punto de partida. Veamos lo que encontramos.
“CONSULTAR v.t. (lat. consultare) tomar aviso o consejo... Someter una duda al parecer de una persona. Pedir consejo o parecer”.
“CONSULTOR, R.A. adj. Que da su parecer sobre una cosa”.
“CONSULTANTE. adj. Que consulta”.
Como apreciamos, en primera instancia, la palabra “consultor” viene a ser equivalente de “consejero”, de”“asesor”. En un sentido amplio, etimológico, consultor es todo aquel que da consejo o asesoría. Sin embargo, hoy en día la expresión se limita a la situación de una persona o empresa especializada que presta sus servicios de resolución de consultas a un cliente, de una manera no permanente, y por lo cual recibe honorarios profesionales.
El término es usual en el ejercicio de la medicina y del derecho para referirse a un tipo de práctica profesional. Los médicos pueden ejercer como “tratantes” o como médicos de consulta, en un consultorio. Los abogados pueden ejercer, o ser “consultores jurídicos”.
En otras profesiones también es posible ejercer bajo la modalidad de consultoría: un ingeniero puede ejercer como tal, o ser ingeniero consultor; un especialista en gerencia puede ejercer su oficio en una empresa o ser”“consultor gerencial”.
Que hay consultores de varios tipos nos lo dice un chiste que ha circulado bastante, y que no gusta mucho a los consultores. Una versión del mismo es la siguiente:
“Tres consultores están parados en una esquina cuando un hombre se detiene a preguntar la hora. El primer consultor responde: ¿Le interesa la hora de Greenwich o la de la costa este? El segundo pregunta: ¿Qué hora quiere usted que sea? El tercer consultor le pide prestado el reloj antes de decirle la hora exacta”.
Chiste aparte, los consultores vienen en variados tamaños, en todas las especialidades imaginables, de fuera y de adentro de la empresa, de todas las calidades y precios y trabajan siguiendo varios modelos.
Los consultores vienen en todos los tamaños: desde grandes empresas consultoras especializadas que cuentan con miles de especialistas en oficinas esparcidas por el mundo entero, hasta el consultor independiente que trabaja en solitario.
Si bien algunos, cediendo a una primera impresión de bulto, pueden creer que sólo hay consultores gerenciales o ingenieros de consulta, la verdad es que hay consultores en todos los campos imaginables: políticas, campañas electorales, finanzas, inversiones, arquitectura, bienes inmuebles, seguridad, policía, arte, psicología, educación, cooperativas, turismo, concursos de belleza... No hay área de especialidad donde no exista o haya la posibilidad real de consultoría especializada.
Lo común es que pensemos en la consultoría como una actividad prestada desde fuera de la empresa; sin embargo, como veremos, también existe la consultoría “interna”, especialmente en el seno de grandes empresas, y aún modalidades que podemos denominar como consultoría “semi-interna”.
La consultoría viene en todas las calidades. Como en todas las profesiones los hay excelentes, muy buenos, buenos, regulares y malos. Hay algunos consultores que, sin lugar a dudas, dan como resultado muchísimo más de lo que cuestan. Hay otros que pueden llegar a crear más problemas de los que solucionan. Por esto, si bien hay códigos de conducta muy exigentes, los clientes deben ser cuidadosos en la escogencia del consultor más adecuado a sus requerimientos y posibilidades específicas.
Hay consultores de todos los precios. Según Howard Shenson (Kahn, 1988) en los Estados Unidos el consultor independiente típico factura en promedio $ 865 diarios, es decir, un poco más de $ 100 la hora. En el extremo superior hemos sabido de personas “vedettes” de la consultoría gerencial, que llegan a solicitar honorarios de $ 35.000 diarios libres de impuestos, con todos los gastos pagados, pasajes aéreos en primera clase, alojamiento en hoteles de cinco estrellas y limosina para su transporte y el de sus acompañantes.
En Venezuela, las tarifas pueden ir desde unos Bs. 500 hasta Bs. 8.000 la hora. Las variaciones dependen de la especialidad, de la duración del proyecto, de la experiencia y prestigio del consultor y de la capacidad de las empresas clientes.
Lo más frecuente es que los consultores sean personas con alto nivel de calificación y una buena dosis de experiencia. Por esto, los consultores suelen tener al menos algunas canas que avalen los conocimientos y la experiencia que dicen tener.
En las empresas de consultoría, sin embargo, son frecuentes los equipos de trabajo en los cuales predominan personas altamente especializadas, aunque jóvenes y con poca experiencia. Estos equipos suelen estar dirigidos por consultores “senior”, gerentes de especialidad o por los”“socios” de la empresa.
En términos institucionales tenemos dos extremos: el de consultor independiente que trabaja solo y el de la gran empresa de consultoría que puede llegar a tener miles de empleados en oficinas distribuidas por el mundo entero.
El consultor individual, puede ser definido como:
“...un individuo auto-empleado que, por un honorario, da consejo o servicio experto y calificado en un área de conocimiento o entrenamiento calificado.” (Johnson, 1982).
Especie de “hombre orquesta”, el consultor individual, practica un oficio de características tales que podemos describirlo también como:
“... un asesor, un reparador, un jefe y un esclavo; un catalizador, un estabilizador, un escucha y un hablador; un especialista y un generalista; un gerente y un cuasi-empleado que trabaja solo o con el equipo del cliente. Los consultores actúan como motivadores y monitores; también sirven como caballos de tiro y como piedras angulares”. (Johnson, 1982).
En el otro extremo tenemos a las grandes empresas de ingeniería de consulta, de consultoría gerencial y de auditoría, cuyos empleados se llegan a contar por miles y se distribuyen en oficinas que atienden todos los confines del globo.
En el medio tenemos diversas formas de asociaciones, redes de consultores que se apoyan y complementan, pequeñas empresas locales, en una variadísima gama.
Todos, cualquiera sea su tamaño y cobertura comparten los mismos problemas básicos:
* Sociólogo (1971) de la Universidad Central de Venezuela (UCV) y Diploma en Planificación del Desarrollo y Política Tecnológica de la Escuela Práctica de Altos Estudios (1974), París, Francia. Ha sido Gerente de Planificación de Organización de CORPOVEN, S.A. y Coordinador de Planificación de Organización de S.A. MENEVEN. Actualmente se desempeña como Consultor Gerencial y es Asesor de importantes empresas venezolanas.