ISSN-L: 0798-1015 • eISSN: 2739-0071 (En línea) - Revista Espacios – Vol. 44, Nº 09, Año 2023 • Nov-Dic
ZAVALA M.A. et al. «Aportes al conocimiento actual sobre el aula invertida»
Los artículos de divulgación también han proliferado para que cualquier lector, incluso sin ser investigador,
conozca el aula invertida. Se dan directrices para su exploración, el cómo puede aplicar la metodología y
beneficiarse de los resultados, sobre todo aquellos educadores y/o formadores con la inquietud de mejorar el
proceso de enseñanza-aprendizaje, de hacerse de un abanico de opciones que les ayuden a innovar, lograr
estudiantes menos dependientes, autorregulados, con iniciativa y con el deseo de superarse.
En los estudios revisados se destacan que el aula invertida favorece en varios aspectos al estudiantado; en la
participan, el aprendizaje cooperativo es mayor, se reportan incremento de índices del rendimiento académico,
la motivación en el aprendizaje, así mismo según los estudiantes el modelo los ayuda a esforzarse, a ser más
responsables y a comprometerse con su aprendizaje; se obtienen aprendizajes profundos y reflexivos. Por lo
general la percepción de los estudiantes acerca de la metodología es positiva pues les ha permitido entender
mejor los conceptos abordados; el proceso de aprendizaje es más significativo y permite avanzar a su ritmo
porque se adapta a diferentes estilos de aprendizaje, ayuda a involucrarlos en el proceso, sin embargo, las
cuestiones actitudinales y motivacionales no resultan del todo claras por la falta de estudios causales.
En cuanto a los docentes el aula invertida es una innovación en la educación y también representa un reto para
ellos. Para ser innovadores, deben reflexionar sobre su práctica, fomentar estrategias didácticas, usar tecnología
y adaptar los procesos de instrucción a las necesidades de aprendizaje de los alumnos. También deben hacer uso
de materiales de calidad disponibles en la red y usar plataformas de manera gradual. La comunicación entre el
docente y el alumno es fundamental para el aprendizaje, y es importante que el docente enfatice en cómo utilizar
y comunicar el conocimiento dentro de un contexto real para que se implemente de manera efectiva el aula
invertida.
Dado que varios han sido pilotajes y/o primeros acercamientos, sugieren reorganización de contenidos,
materiales, tiempos e instrumentos empleados para las evaluaciones pero, sobre todo, más espacios para que
sucedan los aprendizajes que faciliten interacciones como sugieren Merla y Yañez (2016). Se habla de que los
docentes, dado los argumentos que van adquiriendo en la aplicación del modelo, pueden mejorarlo
constantemente, tal como lo dicen Espinosa, et al. (2016) cambie, elimine o agregue elementos en función de la
experiencia directa y de acuerdo con su eficacia para los estudiantes y de la misma forma, la idoneidad de los
materiales mismos, las sesiones, etc. (Calvillo, 2014). Será menester, según Reyes et al., (2018) que los recursos
que se empleen sean acordes a los estilos y características de los estudiantes; a lo que Gaviria (2019) también
agrega, se tome en cuenta la tipología de los mismos (los que trabajan o solo estudian) para que sea constante
la efectividad.
Se sigue recomendando en la literatura que se profundice en las líneas de investigación que cada documento
aporta, extender las muestras para que se pueda generalizar, ampliar las variables estudiadas, se identifiquen
otras y se realicen otros estudios estadísticos, además de que se difunda a otras universidades o instituciones
(Sánchez et al., 2019 y García y Quijada, 2015) para futuras aplicaciones y/o estudios. Hace falta impulsar
investigaciones empíricas en la educación media superior (Escudero y Mercado, 2019) y son muy pocas las que
se socializan.
Algo que es interesante recordar son las ventajas de los recursos tecnológicos. Así como lo sugieren Hernández
y Tecpan (2017) no es necesario que el docente diseñe todos los materiales, podrá elegir de varios existentes, de
sitios gratuitos y especializados, siempre y cuando respeten la autoría y respondan a los objetivos propuestos;
pero si éstos se elaboran, procurar cumplan la función para lo que fueron creados (Gaviria, et al., 2019). Ambas
acciones ayudarán a diversificar las formas de acceso a la información y a que los estudiantes sepan elegir lo que
les sirva para la encomienda.