ISSN-L: 0798-1015 • eISSN: 2739-0071 (En línea) - Revista Espacios – Vol. 44, Nº 06, Año 2023
CUETO R.C. & GOMEZ J.M. «Conducta transexual. Significados, usos y conductas a seguir en la Comunidad
Educativa»
El panorama mundial durante y después de la pandemia muestra un incremento de hechos que involucran
agresión, violencia y acoso, en especial acoso y abuso sexual hacia niños, así lo confirma el Fondo de las Naciones
Unidas para la Infancia (UNICEF, 2022) cuando advierten lo que han denominado “pandemia en la sombra” en
el contexto de la crisis generada por el COVID-19 y las correspondientes medidas de contención, “las pruebas y
los datos que van apareciendo indican que la violencia contra las niñas y las mujeres se ha intensificado”. Unido
a esto, se advierte la emergencia de niños, niñas y adolescentes que declaran ser sujetos de la autopercepción
de pertenecer al sexo contrario (Lorenci, 2013; Cretella, 2018; Colegio Americano de Pediatras (CAP, sus siglas
en Inglés ACPeds, 2018); Heyer, 2019; Celis, 2019), un sentir tipificado en la Quinta versión del Manual
Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-5°) como Disforia de Género en niños (p.452).
Se observa que esta emergencia es influenciada por el uso no controlado de las redes sociales o por su endoso
en los medios educativos; así lo advierten Cretella, Quentin y McHugh (2016) quienes expresan que estas
acciones son “cercanas al abuso infantil”; son contrarias si se considera que el niño, el púber y el adolescente
muy joven, se encuentran transitando en su desarrollo evolutivo por las etapas indiferenciada y de transición,
sin haber completado los procesos de maduración biopsicosociales correspondientes que lo hacen apto en lo
físico, psicológico y social para tomar decisiones trascendentales para su evolución futura. La Asociación Mundial
de Profesionales para la Salud Transgénero, en el 2012 expuso “En la mayoría de los niños y niñas, la disforia de
género desaparecerá antes o al comienzo de la pubertad” (p.14). El Colegio Americano de Pediatras (ACPeds, sus
siglas en inglés) confirma esta apreciación al señalar que las tasas de prevalencia estimada de disforia de género
entre los niños son inferiores al 1%.
En el 2016 Mayer y McHugh ratifican y alertan sobre lo prematuro de estos actos, “la mayoría de niños y niñas
que se identifican con un género opuesto al biológico dejan de hacerlo al llegar a la edad adulta” (p.110). El
ACPeds en el 2018 previene quw “dada la inmadurez cognitiva y experiencial del niño y el adolescente, encuentra
esto altamente problemático y poco ético”. Por otro lado, ya en el 2016 Mayer y McHugh plantean una premisa
inquietante “carecemos de estudios fiables sobre los efectos a largo plazo de estas intervenciones, por lo que
recomendamos una extrema prudencia y una moratoria en su uso” (p. 110).
Ante este escenario, se considera necesaria la preparación de los miembros de las comunidades educativas muy
especialmente estudiantes, padres, docentes y orientadores, en la formación básica sobre el tema de la
transexualidad, con el propósito de fortalecer conductas preventivas dirigidas a orientar posibles conductas de
riesgo; de esta manera estarán más capacitados para identificar sin segregar tanto los hechos observados, como
las fuentes de información y contenidos que circulan en su contexto, y de este modo, orientar cada caso de
acuerdo a las pautas de atención y seguimiento más pertinentes. Se observa con preocupación la escasa
información y confusión de conceptos entre los estudiantes y docentes adscritos a las comunidades educativas,
considerada una debilidad que limita las conductas a seguir, a pesar de las recomendaciones emitidas por
reconocidas instancias internacionales en diferentes momentos; entre estas, la Organización Panamericana de
la Salud (OPS), la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Asociación Mundial de Sexología (OMS) que en el
año 2000 emitió el documento Promoción de la Salud Sexual: Recomendaciones expresas para la acción,
también, por el Fondo de Población de Naciones Unidas (UNFPA, 2010) a través de su programa Salud Sexual y
Reproductiva.
Se entiende por conductas de riesgo la adopción de creencias, deseos, intenciones y conductas en niños, púberes
y adolescentes jóvenes, conducentes al cambio de sexo-género durante las etapas indiscriminada y de transición,
conforme al postulado del desarrollo humano propuesto (III MDS, 2014). Por conductas preventivas, se entiende,
las acciones a seguir por los miembros de las comunidades educativas, para orientar las conductas de riesgo que
puedan manifestar niños, púberes y adolescentes muy jóvenes.