ISSN-L: 0798-1015 • eISSN: 2739-0071 (En línea) - Revista Espacios – Vol. 44, Nº 06, Año 2023
MENESES, A.C. et al. «Nivel de responsabilidad social empresarial en la cooperativa de transporte urbano
“28 de Septiembre” en la ciudad de Ibarra-Ecuador»
necesidades futuras, permitiendo incrementar la confianza en la empresa. El transporte urbano se enfoca en
facilitar la movilidad de los ciudadanos con un servicio de calidad y la tarifa establecidas, Kliksberg (2006). De
acuerdo con Martínez & Pérez (2012) los proveedores ven la estrategia dentro de la organización, para ello se
realiza el pago justo por el producto o servicio, lo que permita generar rentabilidad a largo plazo, asegurando un
comportamiento ético en todas sus acciones. Sin embargo, Blanco & Gallardo (2018) manifiestan que el no
considerar normas sostenibles a nivel económico repercute en la reputación e imagen de una empresa, cuyo
efecto tiene impacto directo en la competitividad al generar pérdidas por un nivel de ventas e ingresos no
satisfactorio.
Además de la reducida participación en el mercado, se puede ponderar la limitada equidad de las sanciones y
penas por violaciones a reglas permanentes en el desarrollo de la actividad económica. Asímismo Meibol,
Vasquez, Pérez , García , & Scrich (2017), indican que las organizaciones buscan generar fluidez en la información
financiera permitiendo la correcta toma de decisiones, para obtener rentabilidad al ser socialmente responsable.
La economía de la cooperativa de transporte se ha visto afectada por el alza constante en el precio de los
combustibles, tras la eliminación del subsidio el galón de diésel que pasó de $ 1,69 a $ 1,90, situación que
perjudica no solo en los costos operativos, sino también encarecen la adquisición de repuestos y mantenimiento
para las unidades. Debido a esto, las ganancias obtenidas son tan mínimas que no alcanzan a cubrir los costos de
operación, por lo que el gremio solicita con urgencia el alza del 15% en la tarifa. Esta necesidad se identifica en
varios gremios del transporte urbano por desconocer los beneficios de promover una cultura empresarial
responsable; hay desmotivación de los directivos en el cumplimiento de programas socialmente responsables;
la ausencia de personal capacitado y deficiencias en el capital intelectual provoca una mala reputación frente a
los usuarios Camacho (2018). En la dimensión económica, Vaca, Moreno, & Riquel (2007), también analizan el
capital intelectual y humano de la organización, las actividades realizadas para crear bienestar social y económico
en la comunidad, y actividades encaminadas a respetar la credibilidad y la cultura de la comunidad, se posicionan
y se potencian en el bienestar común. En cambio, Fernández (2016) se centra en respetar y hacer cumplir los
derechos que puedan afectar a cada subgrupo de interés.
Valencia (2018), analiza la dimensión social, donde las empresas quieren lograr el respeto de los trabajadores y
cumplir con las normas laborales existentes, a través de salarios dignos e igualitarios, ambientes laborales
cooperativos. Otro aspecto implícito es la gestión de la reputación, impulsadora de ventajas competitivas y de
creación de valor (López & Iglesias, 2006), ante esto, las percepciones de las acciones sustentables de la empresa
influyen directamente en la preferencia de los clientes sobre la competencia, según Bigné, Andreu, & Chumpitaz
(2005).
La responsabilidad social empresarial también se mide desde los factores medio ambientales, reflejados en el
poco interés de las empresas de transporte urbano para mitigar el impacto de sus intervenciones (Pérez & Osal,
2020), teniendo en cuenta el crecimiento de la población urbana, un aumento indiscriminado de emisiones
contaminantes perjudiciales para la salud de la ciudadanía, así como una considerable alteración del efecto
invernadero, porque los autobuses emiten altos niveles de C02, generando efectos negativos, por lo cual es
necesario adoptar medidas correctivas.
Se debe tener en cuenta que la dimensión medioambiental está implícita en toda la actividad de la empresa, ya
que tiene una repercusión en el medio ambiente, no solo en términos del consumo de recursos naturales, sino
también en procesos del impacto directo de sus actividades. Por lo tanto, cuando las cooperativas muestran una
actitud positiva hacia la gestión ambiental, reciben buenas críticas por parte del público (Piñeiro & Quintas,
2009). Como lo corroboran López, Perusquía, Valladares, Villalón, & Ramírez (2015), las organizaciones deben
trabajar bajo un modelo de desarrollo económico sustentable que satisfaga las necesidades actuales, sin
comprometer las necesidades de las generaciones futuras.