ISSN-L: 0798-1015 • eISSN: 2739-0071 (En línea) - Revista Espacios – Vol. 43, Nº 05, Año 2022
CORTÉS, J. E. «Sistema cultural de creencias religiosas populares del bicentenario. La presencia mariana en
Chiquinquirá (Colombia)»
En lo que tiene que ver con los sistemas religiosos, se pueden señalar por lo menos dos condiciones de similitud
dentro de la diversidad religiosa del mundo y de la historia de las religiones: en primer lugar, debe encontrarse
en sociedades cuya organización no está superada, en simplicidad, por ninguna otra; además debe ser posible
explicarlo sin hacer intervenir ningún elemento tomado de una religión anterior (Durkheim, 1998, p. 25).
Esto implica que la sociedad construye una realidad a partir de estos hechos sociales, cuya permanencia o
tradición –como fuente histórica de preservación- se institucionaliza. En lo que tiene que ver, con el tema de esta
labor investigativa, un sistema cultural de creencias religiosas populares no tiene vida sin un credo colectivo.
Cuanto más fortaleza tenga este referente social y más extensivo sea su marco de acción, se transforma en parte
vital de la comunidad.
En este sentido, se podría pensar en las sociedades o comunidades actuales que no comparten un mismo credo;
históricamente, este hecho ha tenido diversidad de repercusiones de carácter violento (descubrimiento de
América, cruzadas, fundamentalismo islámico, entre otros sucesos); dentro de este momento histórico, también
puede hablarse de violencia simbólica religiosa (redes sociales, discriminación por el hecho de profesar un
determinado credo y demás). En el campo geográfico de la investigación, se puede decir que hay probabilidades
de que exista en un nivel no muy marcado y que, en general, los credos conviven de modo tranquilo si se tiene
en cuenta la aceptación paulatina de un estado que tuvo la religión católica como único faro hacia la constitución
de un estado laico.
Desde tal punto de vista, se puede decir que se comparte de alguna forma una especie de respeto y mutualismo
en torno de que no existen pues, en el fondo, credos religiosos ni religiones falsas; todas son verdaderas a su
modo: todas responden, aunque de maneras diferentes, a condiciones dadas de la existencia humana (Durkheim,
2000, p. 28). Esta comprensión genera una fuerza que solo la creencia religiosa es capaz de mostrar, sobre todo
en los hechos cotidianos de la vida, pero también ante las situaciones de descontrol, de dramatismo y de
sufrimiento que superan la humanidad de quienes la profesan.
En consecuencia, cuantas más maneras hay de obrar y de pensar, estereotipadas en el carácter religioso, más
presente está la idea de Dios en los disímiles estados de los sujetos. Esto indica que la sociedad se alimenta de
procesos que se constituyen, se restituyen y se emplazan, a partir de ciertos rituales y tradiciones. En los
individuos, siempre queda una estela de tales eventos que es asimilada o rechazada con base en los principios y
en las creencias en que se vive el fenómeno religioso.
La religión es una cosa eminentemente social, las representaciones religiosas son de representaciones colectivas
que expresan realidades colectivas; los ritos son maneras de actuar que no surgen más que en el seno de grupos
reunidos y que están destinadas a suscitar, a mantener o a rehacer ciertos estados mentales de esos grupos.
(Durkheim, 2000, p. 38). De ahí que los seres humanos consideren construir una noción de lo que es la religión;
este es un hecho histórico y sucedió mucho antes de que la ciencia de las religiones haya podido instituir sus
comparaciones metódicas. Las necesidades de la existencia nos obligan a todos, creyentes e incrédulos, a
representarnos de alguna manera esas cosas en medio de las cuales vivimos, sobre las cuales tenemos sin cesar
que formular juicios, y que debemos tener en cuenta en nuestra conducta, sea de un carácter creyente, escéptico
o irresoluto.
Se puede concluir que en la serie de campos habituales en los que trabaja la sociología, la sociología de la cultura
está situada en los campos más definidos de la sociología de la religión, de la educación y del conocimiento
(Williams, 1994, p. 9). Esto indica que los sistemas de creencias religiosas suponen ingresar en el mundo de la
sociología de la cultura, como parte de los estudios de las ciencias sociales. En ese sentido, se puede concluir que
los imaginarios surgen de las diversas relaciones entre individuos con percepciones, sistemas de creencias, ya