ISSN-L: 0798-1015 • eISSN: 2739-0071 (En línea) - Revista Espacios – Vol. 42, Nº 24, Año 2021 (Especial)
MERCADO, Alexis et al. «Revistas académicas ¿resiliencia o los estertores de la investigación en Venezuela?»
tuvieron un alcance limitado; prácticamente no hubo transferencia de conocimientos a la industria, porque no
consideraban adecuadamente las capacidades y necesidades de ambos sectores.
Paralelamente, se implementaron programas de estímulo para preservar capacidades de investigación e
impulsar la publicación académica local. Desde el Estado destacó el Programa de Promoción de la Investigación
(PPI), con criterios clásicos de evaluación, en especial la productividad científica, que contribuyeron a mantener
su funcionamiento, promoviendo la cultura de la publicación. Así, la poca efectividad de los programas que
procuraban más pertinencia económica combinados con estímulos usuales de la investigación, resultó en
cambios cuantitativos más no de orientación en el comportamiento de la república de la ciencia (comunidad de
investigadores).
Debido a la crisis, en especial la inestabilidad sociopolítica, comienza a notarse el fenómeno de la emigración
que hasta entonces había sido muy baja, concentrada especialmente en los pocos investigadores que se exiliaron
durante la Dictadura de Pérez Jiménez. Diez, Freites, García-Pérez, Ordóñez, Pineda, Requena & Romero (2020)
en estudio sobre investigadores venezolanos con publicaciones (período 1960 – 2018), con base a información
de la base de datos BIBLIOS, señalan que, a partir de 1994, ésta crece progresivamente hasta finales de siglo XX.
A inicios del nuevo siglo se pretende dar un impulso a la ciencia y la tecnología, otorgándoles rango
constitucional; se procura consolidar una nueva institucionalidad, creándose el Ministerio de Ciencia y
Tecnología, se promulga la Ley Orgánica de Ciencia, Tecnología e Innovación, se diseñan programas de
divulgación e inclusión, y se crean instituciones para el desarrollo tecnológico. En contraposición, comienza un
distanciamiento con las universidades autónomas, productoras del grueso de la investigación del país, que se
mostraban críticas frente a algunas acciones del Gobierno. El apoyo a la investigación y desarrollo tecnológico
(I+DT) se centra en los institutos adscritos al Ministerio, las universidades experimentales y las nuevas
universidades bolivarianas (Mercado, Ávalos, Sánchez-Rose, Cervilla, López & Vessuri, 2020).
A finales de esa década ocurre un quiebre institucional. Se procuró alinear la política científica y tecnológica al
proyecto político del chavismo, tornándose marcadamente sectaria. Así, a pesar de la bonanza económica
producto del boom petrolero, las universidades públicas autónomas ven mermar progresivamente sus
presupuestos, comenzando a experimentar un sostenido deterioro que se agudiza a partir de 2013 debido a la
caída del ingreso petrolero y el derrumbe de la economía. Desde entonces, se acelera el deterioro institucional,
decayendo ostensiblemente la estructura técnica del Estado en CyT, desmejorando notablemente la gestión
(Ibídem). En cuanto a la migración de investigadores, ésta se dispara a partir de 2002. De los 2.235 investigadores
identificados en el estudio citado, 2084, un 85%, lo hicieron a partir del año 2000 (Diez, Freites, García-Pérez,
Ordóñez, Pineda, Requena & Romero, 2020), generando fracturas importantes en, prácticamente, todas las áreas
de conocimiento.
La situación se agravó notablemente en los últimos años. Los severos recortes financieros del estado a las
universidades autónomas, sobre todo desde 2015 cuando los déficits se ubicaban en torno al 67%. Empeoraron
en 2019-2020, llegándose a una asfixia presupuestaria que alcanza una media del 95% (Cuadro 1) condenándolas
literalmente a su paralización (Aula Abierta, 2021). Esto, aparte de la disminución del personal, ha generado el
cierre de postgrados y el deterioro y obsolescencia de instalaciones, factores que, al final, se traducen en una
pérdida importante de capacidades de investigación y de la posibilidad de ofrecer formación académica de
calidad.
La pandemia del COVID 19, literalmente dejó desiertas a las universidades, aunque hay que reconocer que,
evidenciando resiliencia, hubo respuestas mediante medios virtuales que preservaron e, incluso, promovieron
nuevas experiencias fundamentalmente de formación.