ISSN-L: 0798-1015 • eISSN: 2739-0071 (En línea) - Revista Espacios – Vol. 42, Nº 24, Año 2021 (Especial)
MARTINOVICH Viviana. «Ciencia abierta en América Latina: repensar la interdependencia dinámica entre las
ciencias y la sociedad»
término, una operación hegemónica” (Laclau, 1996, p. 15). Estos “significantes vacíos” que define Laclau, tan
presentes en el pensamiento científico liberal de América Latina, van a ir adaptando su contenido sobre la base
de la negación de aquello a lo que se oponen en cada contexto.
Al producirse la gran crisis internacional de 1930, se redujo sustancialmente la capacidad de importación de los
países de América Latina. El núcleo principal de las actividades manufactureras estaba constituido por industrias
de terminación de artículos de consumos importados y algunas de estas empresas fueron las que comenzaron a
tratar de producir sustitutos locales de algunos ingredientes importados (Furtado, 1985). A partir de la década
de 1940, para cuando este proceso de “industrialización por sustitución de importaciones” comienza a cobrar
fuerza, diversos organismos internacionales como las Naciones Unidas, la Organización de Estados Americanos,
el Banco Interamericano de Desarrollo, e instituciones públicas y privadas de los países industrializados,
realizaron un “intenso esfuerzo” para incrementar la capacidad científica y tecnológica de los países de América
Latina. Dentro de las actividades incluían “las donaciones y préstamos especiales para equipamiento científico,
los subsidios para proyectos específicos de investigación, el envío de personal calificado para participar en la
formación de nuevo personal o asesorar en la formulación de la política científica, el otorgamiento de becas para
perfeccionamiento en el exterior, etc.” (Herrera, 2011, p. 151).
Sin embargo, si bien este tipo de asistencia permitió mejorar el equipamiento de muchos centros de
investigación, especialmente las universidades, “el análisis más superficial indica que, en términos generales, se
puede hablar casi de un completo fracaso” (Herrera, 2011, p. 152). Entendemos que ese esfuerzo parece haber
omitido la cultura científica local que proclamaba la “autonomía” y “pureza” de las ciencias, que ya habían sido
dejadas de lado en Europa y EEUU con los procesos de industrialización y desarrollos tecnológicos.
De hecho, en la década de 1970, mientras que en Francia, Inglaterra y EEUU la relación entre la inversión en I+D
y la investigación básica era de 9 a 1, y para el resto de Europa occidental era de 4 a 1; en América Latina, por el
contrario, esto se invertía y tal como menciona Amílcar Herrera: “si bien no se dispone de datos precisos al
respecto, se puede estimar que el subsistema de investigación básica insume un monto de inversiones superior
al que se destina a investigación aplicada y de desarrollo” (Herrera, 2011, p. 153).
Esta interdependencia dinámica entre las ciencias y la sociedad que postulaba Merton desde la sociología de las
ciencias, comienza a ser problematizada a partir de la década de 1960, con las obras Verdad y método de
Gadamer, Industrialización y Capitalismo en Max Weber y El hombre unidimensional de Marcuse, retomadas y
discutidas por Habermas en Ciencia y técnica como “ideología”, que retroalimentaron las movilizaciones
estudiantiles europeas de 1968, como así también la vasta producción latinoamericana de Jorge Sabato, Thomas
Moro Simpson, Mario Bunge, Amílcar Herrera, Alfredo Monza, Félix Moreno, Oscar Varsavsky, Natalio Botana,
Celsio Furtado, Osvaldo Sunkel, José Leite Lopes, entre tantos otros. Estas nuevas miradas, que proponían otras
formas de concebir la relación entre las ciencias y la sociedad, fueron cruelmente desarticuladas y perseguidas
por las dictaduras militares que atravesaron el continente entre las décadas de 1960 y 1980.
Como veremos más adelante, medio siglo después, las políticas de evaluación de la producción científico-
tecnológica que se han implementado en las últimas décadas en varios países de América Latina, responden a
las mismas lógicas que primaron en las comunidades científicas liberales de los años 1960 y 1970, aún más
acentuadas y formalizadas.