Vol. 41 (Nº 09) Año 2020. Pág. 16
MONTANARES, Elizabeth 1 y HEEREN, Maximiliano 2
Recibido: 07/11/2019 • Aprobado: 10/03/2020 • Publicado: 19/03/2020
RESUMEN: En este artículo se devela el tratamiento que asignan textos escolares de Historia y Geografía y Ciencias Sociales en Chile a la historia reciente de la Araucanía. La muestra la constituyeron textos escolares de Historia y Geografía y Ciencias Sociales implementados en Chile en 2019. Al respecto, se realiza un análisis de contenido de los textos escolares. Los resultados revelan un enfoque de los textos escolares orientado al tratamiento, exclusivo, del hecho histórico denominado “Ocupación de la Araucanía”. |
ABSTRACT: This article reveals the treatment assigned by school textbooks of History and Geography and Social Sciences in Chile to the recent history of Araucanía. The sample was constituted by school texts of History and Geography and Social Sciences implemented in Chile in 2019. In this regard, an analysis of the content of school texts is carried out. The results reveal an approach to school texts oriented to the treatment, exclusive, of the historical fact called "Occupation of Araucanía". |
El presente estudio tiene como propósito evidenciar el tratamiento que los textos escolares plantean sobre la historia reciente de la región de la Araucanía, en Chile. Esta cuestión es sumamente relevante ya que la región posee una historia reciente compleja, efecto del proceso de ocupación territorial que el Estado de Chile implementó a fines de s. XIX, a través de una campaña militar que terminó con el pueblo originario viviendo en reducciones comunitarias (Órdenes, 2016). Las investigaciones concuerdan en el excesivo uso de la violencia empleada (Bengoa, 1985, 2002; Pinto, 2002; Serrano, Ponce y Rengifo, 2012) en el contexto de lo que se ha llamado paradojalmente “Pacificación de la Araucanía” (Bengoa, 2002). Hoy su población convive con permanentes situaciones de enfrentamientos y violencia, asociadas a demandas territoriales, que visibilizan visiones y posturas opuestas sobre esta historia reciente (Montanares, 2018).
Para Barton y McCully (2010), estas diferencias tienen su explicación en la distinta interiorización que para los sujetos tienen los sucesos históricos, en este caso la ocupación militar y sus consecuencias. Al respecto, la Educación debe entregar claves para el tratamiento de los conflictos (McCully & Clarke, 2016) y, en ello, el rol de la enseñanza de la Historia es fundamental. Esta disciplina posee un gran potencial para contribuir a la consolidación de un enfoque común y un sentido de identidad nacional integradora de sus particularidades. Algunos estudios en España indican que su enseñanza ayuda a comprender las diferencias “para poder vivir juntos” (López-Facal, 2010) y, además, contribuye a generar igualdad educativa al incorporar categorías, saberes y lenguajes que portan los grupos estudiantiles pertenecientes a culturas minoritarias, como ocurre con el estudiantado que proviene de los pueblos originarios y que se desarrolla social y educativamente en el contexto de relaciones interétnicas (Turra, 2015). Y, en este sentido, teniendo en cuenta que los textos escolares son la base principal de la práctica cotidiana de los docentes y soporte fundamental para el aprendizaje de los estudiantes, se justifica el interés creciente por estudiarlos (Massone, Romero y Finocchio, 2014). Lo anterior cobra mayor importancia aún, en cuanto que, según Oteíza (2014) representan aquellos saberes autorizados que han recontextualizado discursos históricos disciplinares en los que es posible evidenciar los consensos sociales y políticos sobre el pasado reciente nacional. Y en el caso de sociedades que arrastran conflictos, reproducen culturas de hostilidad, violencia, división y silencio (Vanner, Akseer y Kovinthan, 2017).
De esa manera, el estudio del tratamiento que los textos escolares dan a la historia reciente de la Araucanía, nos permitirá develar códigos e ideas que se enseñan, a partir del uso de estos materiales de aprendizaje en la región, que podrían agudizar la división y el conflicto, o aportar en la resolución de estas diferencias existentes en esta región.
La región de la Araucanía, contexto socioespacial de esta investigación, posee una población social y culturalmente diversa. Con ascendencia indígena se declaran 1.565.915 habitantes, el 9.1% del total país (17.207.857); de los que 106.729 tienen su residencia en la región del Bío-Bío, 309.952 en la Araucanía, 80.958 en Los Ríos y 209.214 en Los Lagos (Encuesta de Caracterización Socioeconómica Nacional [CASEN], 2013). Asimismo, existe una importante población no indígena, compuesta por descendientes de colonos alemanes, franceses, suizos, ingleses e italianos (Zavala, 2008) y una gran mayoría que se reconocen como chilenos, sin adscripción a ninguna etnia o grupo en particular.
En este punto es importante detenernos en la historia reciente de la Araucanía, como factor explicativo de la composición de su población y la problemática que nos preocupa. Sus habitantes originarios, los mapuche, llamados así por los españoles durante su dominación, tras un período de fuerte resistencia que se inicia con la conquista, llegaron a pactar la paz al reconocer como límite entre ambas naciones el río Biobío. Se establece, así, la autonomía de este pueblo por dos siglos, lo que cambia a partir de la década de 1840 cuando el Estado chileno cuestiona el pacto, asumiendo la necesidad de consolidar su presencia en todo el país, frente a las otras naciones latinoamericanas y europeas. Si bien se intentaron mantener prácticas como la de parlamentar (Saavedra, 1870; Foerster y Milos, 2005) sectores mapuches como los nagche, lafkenche– wenteche, pewenche y lafkenche, vieron como el Estado invadía la mayor parte de su territorio, poniéndolo a disposición de colonos extranjeros y nacionales (Vergara, 2018). Así, entre 1887 y 1927, el estado de Chile inicia la expropiación de tierras de las familias mapuches que fueron compensadas con tierras de baja calidad y difícil acceso, en zonas costeras y cordilleranas (González y Bernedo, 2013). El mayor propósito de estas expropiaciones fue acelerar el desarrollo económico del país (Bengoa, 2004; Boccara & Seguel-Boccara, 1999; Órdenes, 2016; Pinto, 1998), pero para los mapuche significó, además del principio de una permanente y dura lucha por subsistir, la creciente pérdida de sus creencias y valores culturales (Órdenes, 2016). A lo anterior se sumó la implementación de una política de colonización, para la cual, el año 1882, fue creada, la "Agencia General de Colonización e Inmigración para Europa", con el fin de organizar directamente la venida de inmigrantes a los territorios de la Araucanía, quienes fueron atraídos por las ventajas que el gobierno prometía a quienes optaran por emigrar a Chile (González y Bernedo, 2013). Esto transformó bruscamente la composición de la población regional. De hecho, según Zavala (2008), entre 1883 y 1890, ya vivían en la región un total de 6.880 colonos, entre alemanes, ingleses, franceses e italianos. Y como plantean Gonzalez y Bernedo(2013) estos colonos, tras recibir las tierras mapuche, lograron instaurar un sistema de producción de la tierra de pequeña y mediana propiedad. En este punto es necesario reconocer, como explica Zavala (2008), que estas familias además de resolver cuestiones de índole social y cultural, debieron crear las bases logísticas necesarias para la habitabilidad y la explotación agrícola de sus hijuelas. Esto teniendo en cuenta el contexto al que llegaron, debió demandarles importantes sacrificios, pero que al pasar de los años, dieron fruto, llegando a constituirse en un grupo privilegiado de la población de la región.
Sobre este proceso de erradicación del mapuche, las investigaciones (Bengoa, 1985, 2002; Nahuelpán, 2012, 2015; Pinto, 2002; Serrano, Ponce, Rengifo, 2012) concuerdan en que estuvo marcado por la violencia, iniciada desde lo que se llamó “Pacificación de la Araucanía”, operación militar organizada por el Estado, que entre los años 1866 y 1881, terminó con varios miles de indígenas muertos (Bengoa, 2004). Además, el estudio reciente de Vergara (2018) proporciona una mayor concreción del proceso, identificando dos periodos. El primero, desde 1861 a 1869, bajo la dirección de Cornelio Saavedra, en el que la violencia se produce como consecuencia de problemas relativos a la propiedad de la tierra y a la usura por chilenos y agentes del Estado. El segundo, desde 1869 a 1883, liderado por José Manuel Pinto, Basilio Urrutia y Gregorio Urrutia, caracterizado por un mayor uso de la fuerza por parte de las tropas chilenas, lo que afectó a sembradíos, viviendas, animales y a personas no combatientes.
Lo planteado explica que, en periodos más recientes, hayan surgido distintas organizaciones, como el Consejo de Todas las Tierras, en los años 80; y la Coordinadora de Comunidades en conflicto Arauko Malleko (CAM) y la Identidad Territorial Lafkenche (ITL), en los 90 (Lavanchy, 1999), movidas por la misma reivindicación: la restitución territorial. Este proceso de reclamación comenzó a fines de 1960, cuando algunas comunidades mapuche ocuparon tierras en el sur de Chile, lo que llevó al Presidente Allende (1970-1973) a establecer mecanismos para la restitución de tierras (Correa, Molina, Yáñez, 2005) Esta medida quedó sin efecto durante la dictadura del General Pinochet (1973-1990), época en la que se retoma la política de división de comunidades y se revierte el proceso de reforma agraria en el territorio mapuche. Más adelante, con la vuelta a la democracia se reconoció la preexistencia de los pueblos indígenas, y su relación identitaria con sus tierras, creándose una institucionalidad para ejecutar las políticas públicas dirigidas a los indígenas, con participación de estos y un mecanismo de restitución de tierras. Asimismo, hay distintas versiones sobre la naturaleza de las tierras en litigio. De hecho, según Meza-Lopehandia (2016), no se conoce una dimensión geográfica definitiva de la demanda mapuche de restitución de tierras. Sin embargo, Rivas (2014) plantea que éstas se extienden hasta aquellas tierras que quedaron fuera de los títulos de merced entregados por el Estado durante la radicación que permanecen en la memoria de las comunidades.
En resumen, si bien a partir de lo expuesto se observa que ha habido intenciones por parte de distintos gobiernos de buscar soluciones, estas no han respondido a las demandas mapuche, ni han generado una estabilidad social en la región. Según opinión de Contesse (2019), Consejero del Instituto Nacional de Derechos Humanos (INDH) “el conflicto (...) no tiene visos de una solución (...) por la carencia de una política pública que sea realmente inclusiva y que aborde el problema mapuche en la dimensión que tiene”. Existe una radicalización social importante, causa y efecto de los permanentes episodios de violencia que enfrenta a distintos grupos. Sin duda, la diversidad social y cultural de los habitantes de la región actúa como catalizador en el surgimiento de estas interpretaciones contrapuestas sobre los orígenes y causas de la actual violencia (Montanares, 2018). Y es que, como plantean Barton y McCully (2010, 2012), los sujetos tienen distintas vivencias históricas con los hechos en cuestión, en este caso, con la ocupación militar y las consecuencias que trajo. Así, quienes poseen vínculos con la población mapuche, por pertenencia étnica u otros motivos, participan o apoyan firmemente las demandas y justifican episodios que, para otros sectores de la población, como es el caso de los descendientes de colonos europeos, son repudiables, y esgrimen argumentos como el marco legal en el que se recibieron las tierras, o el aporte realizado al desarrollo de la región, entre otros.
Entendemos por historia reciente aquella que conecta con la realidad social vigente a partir de relaciones de coeternidad entre la historia vivida y la escritura de esa misma historia, entre los actores y testigos de la historia y los propios historiadores (Arostegui 2004; Cuesta Bustillo, 1993). Para Martínez-Rodríguez, Muñoz La braña y Sanchez Agusti, (2019), tres son las características que la definen: su condición de pasado vivo, existiendo procesos aún activos y en debate; la presencia de distintas memorias, generalmente enfrentadas; y la abundancia de fuentes para su estudio, dada la proximidad de los hechos. Por tanto, presenta dificultades al historizar eventos conflictivos recientes, y por el rol de la memoria histórica para la interpretación que las sociedades hacen del presente y del futuro (Jelin, 2007; Ricoeur, 2010; Wodak, 2012; Oteíza, 2014; Achugar, Fernández & Morales, 2014). La memoria, según Joutard (2007), rescata a la historia de las violencias extremas cuando no hay fuentes escritas, y pone a los testigos como piezas claves en el proceso de reconstrucción histórica y también jurídica. Asimismo responde a una necesidad social de comprender estos fenómenos traumáticos con versiones transmitidas sobre las relaciones entre vencedores y vencidos (Arias, 2015). Lo anterior cobra relevancia en contextos culturalmente diversos, en los que favorecería que las comunidades involucradas inicien procesos de búsqueda de identidad y de reflexión sobre su rol en el contexto social (Barton y McCully, 2010; Carretero y Borrelli, 2010). De esta manera, su estudio facilita a las sociedades con un pasado complejo, profundizar en la comprensión del mismo, lo que a la vez se constituye en punto de partida para entender posturas distintas. También aporta en iniciar procesos de rescate de las distintas memorias dentro de una comunidad, con lo que valida a sus miembros más antiguos y la mayor parte de las veces invisibles.
En cuanto a los textos escolares y su forma de abordar la historia reciente, es necesario reconocer que constituyen una oportunidad para generar estudio respecto de cómo funcionan los estereotipos y prejuicios en el contexto en el que los sujetos elaboran su identidad y se autodefinen en relación a los demás (Blanco, 2008).
Múltiples estudios les asignan gran valor como material de enseñanza, tanto en al ámbito anglosajón (Apple, 1998; Selander, 1995; Valls, 2001, 2008, Valls y Parra, 2016) como en América Latina donde destacan trabajos de Ramírez, (2002), Torres y Moreno (2008) Aisenberg (2008), Valle Taiman (2011), Oteíza (2006, 2009, 2014) y Oteíza y Pinuer (2012, 2016). En el caso de Chile un referente es Oteíza (2006, 2009, 2014), Oteíza y Pinuer (2012, 2016) que desde el análisis del discurso ha aportado en develar cierta discriminación hacia ciertos grupos en Chile. Investigaciones situadas en lugares que experimentan violencia permanente, indican que los textos escolares además de reproducir culturas de hostilidad, en lugar de aportar a la paz reproducen la división (Darweish & Abdulsamad, 2017; Vanner, Akseer & Kovinthan, 2017). También la historiografía latinoamericana no se ha mantenido al margen de esta nueva perspectiva de la investigación educativa, y cuenta con abundantes trabajos que exploran la historia de la cultura escolar a través de los textos utilizados en los establecimientos educativos (Ossenbach, 2000). En Chile, un reciente trabajo de Heeren (2019) sistematiza los estudios que evidencian el racismo presente en el discurso del texto escolar (Berardi, 2016; Gaspar, 2016; Osorio, Atencio y Gouveia, 2015; Pérez, 2015; Rengifo, 2015; Torres, 2015). El caso de Colombia es abordado por Soler (2009) quién identifica en los contenidos una negación de los indígenas y afrocolombianos en territorios donde ellos prevalecen. A esto se suma la presencia de estereotipos e información descontextualizada en las referencias a indígenas y africanos del pasado y, en especial, en el periodo de esclavitud.
En Argentina, un estudio que analiza textos escolares editados durante la dictadura, demuestra que, para abordar la historia de la Patagonia, se usan argumentos eminentemente políticos, pero también étnicos, raciales y territoriales, con el objetivo de conformar una línea ideológica y política propia del nacionalismo católico militar (Jaramillo, 2012). Otro estudio de Amézola (2008), en este caso enfocado en la guerra de las Malvinas, determina que, a pesar de que los textos exponen una visión condenatoria del terrorismo de Estado, no problematizan el cómo este fue posible ni cómo se entrama ese accionar con el conjunto de las políticas de la dictadura. Por el contrario, esa narración se articula con la visión convencional de otros acontecimientos de la época –aparte de la guerra de Malvinas–, aspectos del período 76-83 se omiten –la censura, por ejemplo– o no se proponen relaciones significativas entre el terrorismo de Estado y cuestiones como la política económica del gobierno militar o su relación con otros regímenes dictatoriales latinoamericanos.
También en Argentina destaca un libro de Kaufmann (2012), que amplía el análisis de textos escolares a las dictaduras de Argentina, Brasil, Alemania, España e Italia. Allí se resalta la importancia de estos y la necesidad de poner atención a su actualización permanente, en especial aquellos utilizados durante las dictaduras. También investigaciones en Perú, asociadas a la presencia de subalternos en las narrativas presentes en los textos, indican que, si bien en los textos escolares los aspectos "nacional-heroizadores" han disminuido, ampliándose la presencia de los aspectos de vida cotidiana y colectivos sociales, la presencia de los actores subalternos en la guerra del Pacífico aún es escasa (Chaupis, 2015).
En el caso de Chile, algunas investigaciones también abordan los procesos de dictadura, destacando los aportes de Oteíza (2014) quién concluye que los textos escolares de historia, si bien representan la violación de los derechos humanos como recurso de conocimiento histórico, entregan poca información y escasa reflexión en torno a los procesos que los ocasionaron. Otros estudios también reconocen que estos materiales invisibilizan a actores como los niños, las mujeres, en definitiva a sujetos ajenos a un mundo cultural supuestamente racional y civilizado (Espinoza, 2012; Villalón y Pagés, 2015).
Ahora, sobre la historia de la Araucanía, textos escolares, estudio de Riedemann (2010) indaga sobre el vínculo entre la ocupación de la Araucanía y la relación actual entre el Estado y el pueblo mapuche. Su conclusión es sorprendente, en cuanto tanto el Estado como los mapuche tenderían a describir dicho evento como una serie de sucesos predominantemente pacíficos, y en segundo lugar, omiten el vínculo que existe entre dichos sucesos del pasado y la situación presente de este pueblo. En su análisis destaca que, en dos de los cuatro textos escolares revisados, el contenido y la forma de tratar el conflicto ha sido prácticamente el mismo durante muchos años, y en aquellos textos que fueron modificados, los cambios profundizan en la idea de que la relación entre el Estado chileno y el pueblo mapuche era más bien pacífica, y que la expropiación de tierras no fue algo destacable (Riedemann, 2010). Dichos trabajos entregan una mirada prejuiciada hacia la comunidad mapuche (Villalón & Pagés, 2015). Lo anterior es coherente con el estudio ya citado de Heeren (2019) que reconoce la existencia de un discurso prejuicioso en las narrativas de estos materiales de enseñanza. Finalmente, los textos escolares son reconocidos.
La metodología utilizada en este artículo posee una finalidad aplicada, de carácter exploratorio, descriptivo y transeccional en el contexto de la región de la Araucanía, Chile. Su objetivo es obtener un primer acercamiento al tratamiento que los textos escolares de Historia y Geografía asignan a la historia reciente de la Araucanía. Este estudio se enmarca en el paradigma cualitativo, mediante la aplicación de la técnica de análisis de contenido que busca evidenciar e interpretar los datos según su aparición y recurrencia, respecto de las categorías identificadas en los textos, según su unidad de muestreo, registro y codificación de carácter mixto.
La estrategia metodológica propuesta para el análisis del tratamiento de los contenidos asociados a la historia reciente de la Araucanía, es una matriz de análisis de contenido diseñada especialmente para cumplir los propósitos de este estudio, en base a las propuestas de Krippendorff (1990) y Abela (2002). Los criterios de selección del corpus se fundamentan en las disposiciones ministeriales que condicionan la proporcionalidad de uso de los textos escolares en Chile, así como la secuenciación de los contenidos curriculares. En relación con el primer criterio, se seleccionaron los textos escolares de Historia y Geografía y Ciencias Sociales de las editoriales SM y Santillana, porque son los entregados por el Ministerio de Educación en el año 2019 para Educación Básica y Educación Media en los establecimientos municipales y particulares subvencionados de todo el territorio nacional chileno. Por lo tanto, al tratarse de un estudio transeccional, parecía adecuado analizar los textos de las editoriales escogidas por el Ministerio en el año en que se desarrolló el estudio. El segundo criterio responde a la ubicación de los contenidos asociados a la historia reciente de la Araucanía en los planes y programas curriculares del MINEDUC, Chile, de la asignatura de Historia y Geografía y Ciencias Sociales. Estos se encuentran en Sexto año Básico y Primer año de Enseñanza Media. Es en estos años académicos en los cuales se desarrollan los aprendizajes esperados vinculados a la temática señalada y lo que explica que los textos seleccionados para esta investigación sean los de estos años. La muestra queda conformada, pues, por el manual de SM de Sexto año Básico y el de Santillana para Primer Año Medio.
El trabajo que se desarrollará en relación al análisis de contenido se evidenciará a través del registro de las unidades de contexto a analizar, es decir, los contenidos asociados a la historia reciente de la Araucanía, subyacentes en las distintas unidades de la muestra de estudio, las cuales constituirán un marco interpretativo, que no incluye el corpus textual en su totalidad, es decir, el documento completo.
Los textos escolares de Historia y Geografía y Ciencias Sociales de 2019 utilizados en Sexto año de Enseñanza Básica y Primer año de Enseñanza Media en Chile muestran una tendencia al tratamiento de la historia reciente de la Araucanía desde la categoría de Ocupación Territorial. Ello se evidencia, de contenido de los textos señalados propuesto por Krippendorff (1990) y Abela (2002), mediante una matriz que permitiera desarrollar el estudio basado en los objetivos propuestos. En base al análisis de contenido propuesto, la categoría denominada Ocupación territorial será abordada desde cuatro subcategorías obtenidas a través de la técnica de saturación de datos. Al respecto, señalar que existe una quinta subcategoría que refiere a una misma situación, pero que por la denominación lingüística diferente en ambos textos será abordada de forma diferente, pues remiten a posiciones divergentes ideológicamente. La primera subcategoría se denomina Ocupación territorial de indígenas, la segunda subcategoría se encuentra nominada como Ocupación territorial del pueblo mapuche, la tercera subcategoría se denomina Ocupación territorial de los Mapuche y la cuarta subcategoría Ocupación territorial de las comunidades Mapuche. Finalmente, en ambos textos se aborda el desplazamiento de las comunidades Mapuche de forma diferenciada respecto de la Ocupación de su territorio. Al respecto, en el texto escolar de Sexto año de Enseñanza Básica se establece la “reubicación de los Mapuche” y en el texto escolar de Primer año de Enseñanza Media como “reducciones indígenas”.
En relación a la forma en que se abordaron la categoría y las subcategorías evidenciadas, se señala que aquellas que se expondrán a continuación no fueron las únicas encontradas, sin embargo, mediante la técnica de saturación hemos obtenido las que han tenido mayor recurrencia en ambos textos. Cada subcategoría será explicitada a través de los fragmentos más elocuentes de los textos escolares estudiados, para dar cuenta de cada uno de los hallazgos obtenidos. Respecto de lo manifestado, indicar que, en algunas oportunidades se utilizaba la categoría ocupación territorial asociada a subcategorías denominadas como pueblos originarios, habitantes de la Araucanía, tierras indígenas, tierras mapuche, territorio mapuche y población mapuche. Dichas subcategorías no obtuvieron la suficiente recurrencia en los textos escolares, por lo mismo no fueron analizadas.
Estas subcategorías serán utilizadas para referenciar a la comunidad Mapuche (exogrupo) como un actor social en el texto escolar. A continuación, se presentará la categoría denominada Ocupación territorial con su respectiva subcategoría con un fragmento de cada uno de los textos analizados como un ejemplo elocuente de la recurrencia de los demás fragmentos obtenidos de la muestra con su análisis correspondiente.
Los mapuches desarmados (desorganizados y desposeídos de sus caballos); muchos fueron muertos y la mayoría confinados en áreas especiales controladas. Los ejércitos controlaron estratégicamente los territorios ocupados y rodearon a los indígenas de una población no mapuche suficientemente armada para contenerlos. (Historia, Geografía y Ciencias Sociales, Texto del Estudiante, 6º básico, SM, p.202)
En este fragmento se hace referencia de forma colectiva y generalizada al grupo de indígenas que son referenciados como ‘Mapuche’ en cinco oportunidades. En una de ellas de forma explícita a través de la nominación ‘mapuches desarmados’. Ello, mediante una intervención explicativa que evidencia la desprotección en la que se encontraban. Luego, se menciona a los indígenas de forma colectiva, de forma tal que se establecen las consecuencias de su desprotección, entre ellas la muerte, desplazamiento y control que evidencia una imposición territorial ejercida a través de la fuerza militar.
(…) La población mapuche que estaba más envuelta en el torbellino del conflicto fue quien comenzó a sentir el peso de una historia que dejó atrás su pasado de bonanza e independencia para remplazarlo por otro de persecución, acorralamiento, exterminio y humillación (…). La base material de la existencia [mapuche] fue un objetivo de trasfondo si es que lo comparamos con la conquista espiritual o la mentada civilización del indígena que aparecían como telón de fondo en los discursos oficiales (…). Al cerrar el siglo [XIX] la nación mapuche quedaba separada y atrapada por dos Estados que contaban con tan solo unas décadas de existencia (…). Desde el sur del Biobío y hasta Chiloé eran 10 millones de hectáreas las que fueron reconocidas a través de 28 parlamentos con la Corona española, y el de Tapiwe en 1825 con la república de Chile. Sin embargo, el llamado proceso de radicación indígena llevado a cabo desde el año 1884 y hasta 1930 dejaba en posesión de estos solamente 500 000 hectáreas. (Historia, Geografía y Ciencias Sociales, Texto del Estudiante, 1º medio, Santillana, p.233).
En este cita, el uso de la nominación indígena se encuentra vinculada a dos situaciones; la primera, tiene relación con la idea mitificada del indígena para hacer alusión al contexto ‘histórico’ de riqueza y libertad del Mapuche, además de establecer un límite de posesión territorial de los Mapuche, a través de la nominación ‘indígena’, que explicita un territorio determinado de hectáreas. Ello, evidencia un límite territorial desde la visión occidental europea y la propia, desconociendo la visión de cada una de las poblaciones indígenas que habitaban y habitan el país. En consecuencia, se vuelve a establecer una visión mitificada del indígena.
Entre 1871-1881 hubo dos cambios que parecieron ser definitivos para la suerte de los mapuches. Se consolido la línea del Malleco, con sistemas de comunicaciones rápidos y expeditos que la unieron al resto del territorio. Las comunicaciones permitieron que la frontera estuviera a una jornada de la capital y que la guerra pudiera ser dirigida desde La Moneda.
En los años setenta se produjo una transformación muy importante en el ejército chileno. Se incorporó armamento moderno: se perfeccionó la disciplina, se desarrollaron las comunicaciones militares, etc. Fue a este ejército que se enfrentaron los mapuches en esta segunda parte de la guerra, que será la definitiva. (Historia, Geografía y Ciencias Sociales, Texto del Estudiante, 6º básico, SM, p.205).
En este fragmento se manifiesta a los Mapuches aislados de la noción establecida como territorio-nación y, en una segunda instancia se los menciona conectados al territorio nacional, mediante sistemas que le asignan un rol de facilitador al Estado “(…) la unieron al resto del territorio. Las comunicaciones permitieron que la frontera estuviera a una jornada de la capital (…)”. Ello fija la idea de límite a través de la noción de ‘frontera’. Lo anterior, que pudiese ser considerado una ventaja en el texto, contrasta con la información que la sucede, pues se manifiesta que el ejército estaba preparado para oponer fuerzas con los Mapuche. En consecuencia, este perfeccionamiento hace alusión a la idea de simetría de condiciones para oponerse o bien ocupar el territorio al costo que fuese, sin embargo, el texto no aclara dicha situación.
Habría que decir, al revisar la historia, que lamentablemente los mapuche y sus dirigentes no tuvieron muchos espacios de negociación (…). La sociedad chilena santiaguina se había dejado convencer de que era necesario ocupar violentamente La Araucanía. Es por ello que hubo una combinación de estrategias, por una parte de carácter bélico, de negociaciones y, minoritariamente, de aceptación. (Historia, Geografía y Ciencias Sociales, Texto del Estudiante, 1º medio, Santillana, p.233)
En este extracto, se evidencia la ocupación del territorio de los Mapuche mediante el uso de la fuerza por sobre el diálogo, pues se señala el ‘carácter bélico’ y las escasas ocasiones de ‘negociación’. Este ejemplo elocuente de ocupación territorial, no evidencia de forma específica cuáles fueron las estrategias utilizadas, y cuál fue la real participación de los Mapuche, pues la inclusión del término ‘minoritariamente’ es vago y poco aclaratorio.
Durante gran parte del siglo XIX, el territorio entre los ríos Biobio y Tolten, habitado por comunidades mapuches, era una verdadera frontera donde el Estado chileno no ejercía ocupación efectiva. Esta zona, a su vez, dificultaba el control de los territorios ubicados más al sur, entre ellos, el comprendido entre el río Tolten y el Seno del Reloncaví, área donde se ubican Valdivia y Llanquihue, futuros centros de colonización europea. (…)
La ocupación de La Araucanía es un ejemplo de este proceder. Esta se inició entre 1859 y 1861, siguiendo el plan propuesto por el militar y político Cornelio Saavedra, el cual consistía en la paulatina instalación de fuertes militares en territorio mapuche. Luego de esta campaña, Saavedra comandó una segunda entre los años 1867 y 1869, que conllevó una cruenta guerra para el pueblo mapuche. (Historia, Geografía y Ciencias Sociales, Texto del Estudiante, 6º básico, SM, p.204)
En este ejemplo, se manifiesta la ocupación del territorio Mapuche desde una posición militar comandada por Saavedra. En este contexto, se señala explícitamente el hecho de una acción bélica en contra del pueblo Mapuche que, según el texto posee un territorio que abarcaba la llamada ‘frontera’ entre dos regiones del país. Ello se expresa como una acción estratégica para la ocupación territorial de otras zonas del sur del país y se vuelve a remarcar la posesión territorial mitificada de las distintas comunidades indígenas que habitaban esas zonas mencionadas.
A mediados del siglo XIX la ocupación de las tierras habitadas por el pueblo mapuche aún era un tema pendiente para el Estado chileno. Hacia la década de 1860, los habitantes de La Araucanía, en su mayoría mapuche y pehuenche, gozaban de cierta autonomía y libertad para conservar sus costumbres. (Historia, Geografía y Ciencias Sociales, Texto del Estudiante, 1º medio, Santillana, p.231)
En este extracto, se establece la temporalidad en la que el organismo gubernamental chileno implementa acciones para la ocupación del territorio habitado por Mapuches y Pehuenches. Esta es una de las pocas ocasiones en las que se hace una distinción entre las comunidades indígenas que habitaban el territorio que les fue arrebatado.
Durante gran parte del siglo XIX, el territorio entre los ríos Biobio y Tolten, habitado por comunidades mapuches, era una verdadera frontera donde el Estado chileno no ejercía ocupación efectiva. Esta zona, a su vez, dificultaba el control de los territorios ubicados más al sur, entre ellos, el comprendido entre el rio Tolten y el Seno del Reloncaví, área donde se ubican Valdivia y Llanquihue, futuros centros de colonización europea. (…). (Historia, Geografía y Ciencias Sociales, Texto del Estudiante, 6º básico, SM, p.204)
En este ejemplo se establece el dominio territorial y fronterizo de las comunidades mapuches, estableciendo una única comunidad indígena en la zona que comprende entre el río Biobío y Tolten, además de establecer una temporalidad ambigua y restrictiva a través de esta proposición contextualizadora ’Durante gran parte del siglo XIX’. Dicha expresión establece a las comunidades Mapuches desde el 1800, invisibilizando su existencia y ocupación actual e histórica.
Estas medidas tuvieron un profundo impacto en la comunidad mapuche. El cambio en la propiedad de las tierras afectó un elemento fundante de su cosmovisión, ya que para este pueblo la tierra es parte de su cultura y no solamente un recurso económico. Además, se desestructuraron las formas de organización y jerarquía que operaban en el antiguo territorio, pues las tierras pasaron de ser familiares a comunitarias. Finalmente, la mala calidad y escasez de los suelos agrícolas influyeron en el empobrecimiento de algunas familias, por lo que muchos tuvieron que migrar o emplearse en las nuevas haciendas de los colonos. No obstante estas dificultades, muchas de las comunidades mapuche mantuvieron y preservaron su cultura e identidad hasta la actualidad. (Historia, Geografía y Ciencias Sociales, Texto del Estudiante, 1º medio, Santillana, p.234).
En este extracto, la ocupación del territorio Mapuche se evidencia en la noción de comunidad. Al respecto, se establecen las consecuencias negativas que dejó dicha ocupación y las razones del desplazamiento de las comunidades mapuches ligadas al tipo de tierras que les fueron otorgadas y la reorganización social que provocó fisuras en sus cosmovisiones. Esta es una de las pocas ocasiones en las que se evidencia a la comunidad Mapuche actual e históricamente, dejando al margen la idea mitificada de las comunidades Mapuche.
La ocupación de La Araucanía es un ejemplo de este proceder. Esta se inició entre 1859 y 1861, siguiendo el plan propuesto por el militar y político Cornelio Saavedra, el cual consistía en la paulatina instalación de fuertes militares en territorio mapuche. Luego de esta campaña, Saavedra comandó una segunda entre los años 1867 y 1869, que conllevó una cruenta guerra para el pueblo mapuche.
Este proceso concluyó en 1883 con la completa ocupación del territorio de La Araucanía por parte del Estado chileno y con la reubicación de los mapuches en terrenos más pequeños, con suelos de baja calidad y valor. La denominación de este proceso como “Pacificación de la Araucanía” ha sido discutida por diversos historiadores. (Historia, Geografía y Ciencias Sociales, Texto del Estudiante, 6º básico, SM, p.204)
En este fragmento, la ocupación territorial es evidenciada como un proceso, en el cual señala al Estado Chileno como único responsable a través de dos hitos negativos para los Mapuches, el primero de ellos, su reubicación que implicó un desplazamiento obligatorio, debido a las acciones ejercidas por el Estado, sumado al escaso desarrollo posible al que fueron sometidos, debido a que los terrenos en los que fueron ubicados poseían bajo valor productivo. Por primera vez, en el desarrollo del análisis existe un señalamiento cuestionador de la historia que se cuenta en estos textos, poniendo entredicho las nominaciones utilizadas por los autores que “reconstituyen la historia”.
La población mapuche fue erradicada de las zonas ocupadas y reubicada en reducciones indígenas, es decir, tierras dadas en concesión por el Estado con formato comunitario, emplazadas generalmente en terrenos con suelos de mala calidad y en zonas cordilleranas o costeras. En total llegaron a existir 3078 reducciones indígenas, concentradas principalmente en la zona de Cautín. La totalidad de tierras empleadas como reducciones indígenas alcanzó aproximadamente al 6 % del territorio histórico del pueblo mapuche. (Historia, Geografía y Ciencias Sociales, Texto del Estudiante, 1º medio, Santillana, p.234)
En este extracto, la ocupación del territorio Mapuche se señala como un proceso en el cual se invisibiliza a los responsables, por lo tanto, se establece como un acción en el anonimato. Junto con ello, se evidencia un proceso que instala un concepto institucionalizado denominado ‘reducciones indígenas’ que da cuenta de la labor del Estado como un ente facilitador de espacios improductivos para los mapuches desplazados de sus territorios, reconocidos por el texto escolar como ‘históricos’ que implica una noción subyacente de ‘lo propio’.
En conclusión, el tratamiento que el texto escolar hace de la historia reciente de la Araucanía, se enfoca exclusivamente en el hecho histórico denominado: La Ocupación de la Araucanía, avance territorial que el Estado de Chile llevó a cabo fines del siglo XIX en esta región. Un foco importante es el territorio y no alude a cuestiones claves como fueron: la compleja conformación de la sociedad regional, el desarrollo educacional estatal y privado, el papel de las colonias tanto en la constitución de la sociedad regional, como en la construcción de la historia y cultura local, entre otros temas. En cuanto a la visión sobre la Ocupación, se observan cambios significativos con respecto a textos anteriores, ya que se subraya la violencia utilizada por el Estado en contra de los habitantes originarios, los mapuche, llegando incluso a incluir críticas al concepto tradicional de “Pacificación”, utilizado en textos anteriores. En contraposición, presenta fragmentos que evidencian a un mapuche desprotegido, frente a un ejército fuerte y violento, representativo de un Estado con similares características.
A pesar de este cambio de perspectiva, predomina aún la mirada occidental en la construcción del discurso, visibilizada por contradicciones como: la forma en que se alude a la vinculación del mapuche con el territorio chileno, en ciertos párrafos son reconocidos como parte del mismo, y en otros, se habla de un Estado Nación Mapuche. Asimismo, no se vislumbra la diversidad social y cultural de la población que prevalecía en el territorio al momento de la ocupación, predominando la noción de mapuche. Por lo anterior, conocer el tratamiento que los textos escolares chilenos dan al proceso de Ocupación de la Araucanía, podría ser relevante tanto para el Estado, a cargo de procesos de diseño y selección de estos materiales, como para el profesorado que los utiliza en el aula, y para las instituciones de Educación Superior que forman profesores en la Araucanía.
Este artículo se ha desarrollado en el contexto del Proyecto CONICYT/ FONDECYT Regular n. 1201154 IUniversidad Católica de Temuco, Temuco, Chile
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1. Universidad Católica de Temuco, Chile. Facultad de Educación. Magíster en Educación. Email: emontanares@uct.cl
2. Universidad Católica de Temuco, Chile. Facultad de Educación. Doctor en Educación. Email: mheeren@uct.cl
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